Capítulo 9
LA GUITARRA FOLK---FLASHBACK---
Era el día de navidad, todos en Villa Tubérculo estábamos contentos porque así era, pero una ola de frío devastadora azotaba todo el pueblo y nos vimos obligados a acomodarnos en mi casa recién ampliada. Sí, estábamos todos. Por aquel entonces yo todavía no detestaba este pueblo, pero faltaba poco para que así fuese.
Al paso en el que avanzaba aquella ola de frío no pasaríamos aquella noche, así que teníamos que hacer algo. ¿Pero qué? Ninguno de mis vecinos daba buenas ideas. Yo maldecía al maldito Tom Nook que sí, ampliaba nuestras casas y todo eso y nos dejaba vivir en ellas por una muy desdeñable cantidad de dinero, pero el muy mapache usurero no nos había instalado calefacción. Solamente teníamos una hoguera pequeña que había comprado en la tienda de Ladino. Sí, por aquel entonces yo era de la familia de ese zorro, pero… digamos que tras ese pequeño percance, decidimos mantener las distancias.
En realidad lo de tener una hoguera dentro de casa no era una buena idea, porque esta consumiría pronto el oxígeno. ¿Pero qué podríamos hacer? También maldecía el hecho de que cuando se hiciese de noche, las plantas que tenía por toda la casa nos consumirían el oxígeno. ¿Por qué Tom Nook no vendería estos artículos de plástico?
Cuando cayó la noche, la hoguera parecía no calentar nada y nuestros miembros se estaban entumeciendo, estábamos al borde de la hipotermia y eso me causaba un terrible dolor. Pero entonces, Totakeke que parecía el único que estaba algo animado, empezó a tocar su guitarra folk. Cuando los ciudadanos vieron que este empezaba a tocar, fueron sacando poco a poco sus instrumentos, de forma que pronto, una gran y sonora orquesta se escuchaba en mi casa.
El estruendo que provocaba aquella orquesta, descompasada porque muchos de los miembros no sabían tocar y al mismo tiempo desafinada porque pocos instrumentos eran de calidad, gracias al mapache usurero de Tom Nook, empezó a provocar un temblor en el pueblo. No sabían lo que pasaba, pero decidieron no dejar de tocar. Siguieron tocando por más de media hora, hasta que al parecer, el temblor empezó a cesar.
Muchos fuimos los que notamos que hacía más calor en el ambiente, ¿qué habría pasado? No tardamos en averiguarlo en cuanto nos asomamos a la ventana. Lo que allí había era un paisaje que nunca se imaginarían. Algo bello y al mismo tiempo terrorífico. Pero al mismo tiempo, era su salvación.
---FIN DEL FLASHBACK---
¡Justamente es lo que tengo que hacer! He recordado todo a la perfección, solamente tendré que seguir tocando la guitarra folk hasta que mis vecinos vayan pillando lo que tienen que hacer. Aunque si confío en ellos, puede ser que tardemos años en llevar a cabo este plan. Ya se sabe que muchas luces no tienen y aún por encima en estas lóbregas mazmorras menos. ¡Será mejor que les refresque la memoria! ¡Con un villancico!
Sí, eso es, la de los pargos rojos en el charco será perfecta para el plan. ¡Vamos chicos! ¡Resucitad!
Por fin veo que algunos empiezan a tararear la canción. ¿Se estarán dando cuenta? Aunque eso no es lo que importa, lo que en realidad es importante es que lo hagan, no por qué lo hagan. Veo como Miguelón saca un piano. En serio, todavía me pregunto cómo nos cabe un instrumento de esa envergadura en los bolsillos. ¡Así se hace tigre andrajoso! ¡A tocar! Veo como algunos otros van sacando otros instrumentos, veo por ahí una guitarra eléctrica, unos tambores djembé, un arpa y bueno, no veo nada más. Pero algunos se unen tocando con sus cucharas en los barrotes e incluso veo uno que está usando su orinal como tambor. Espera, ¡¿Qué tenemos orinal?!
- ¡Pausa para mear! –digo a punto de que el pis se me desborde por la vejiga.
Uf, ¡Qué a gustito me he quedado! ¡Gracias dios Orín! Sí, Orín, el padre de Thor. ¿No lo recordáis? ¡Es el gran dios del pis! ¡Yo lo adoro!
- Venga chicos, ¡Se acabó el descanso! ¡Continuemos con la actuación!
Ahora que estoy más aliviada puedo tocar mejor. ¡Ahora haré que mi guitarra folk haga vibrar este cuchitril! ¡Se van a cagar esos alienígenas andróginos!
Veo que estamos retomando la marcha, ¡Así me gusta!
- ¡Vamos chicos! ¡Más fuerte! ¡Inspiraos pensando en la navidad! –digo a ver si pillan lo que tienen que hacer.
¡Bien! ¡Ahora sí! ¡Esto va viento en proa y a todo tren! ¡Así me gusta!
- ¡Vamos chicos! ¡Hagamos que tiemblen los cimientos del ayuntamiento! ¡Queremos fiesta! ¡Que no decaiga! –digo a voz en grito para alzarme por encima del estruendo que hacen los instrumentos.
Pronto, tal y como lo he presagiado, los cimientos empiezan a temblar. ¡Está empezando! ¡Estos alienígenas van a saber lo que vale un secador!
En cuestión de unos minutos, se empieza a escuchar lo que parecen gritos desesperados de los alienígenas. ¡Ha empezado! ¡Nos vamos a salvar! ¡La guitarra folk nos salvará a todos! Nunca pensé que diría esto pero…
- ¡Bendito seas perro pulgoso! –sí, hablo de Totakeke, al fin y al cabo por una vez ha sido útil.
Al menos esta vez nos hemos salvado de tener que escuchar una de esas soporíferas canciones que tiene en su repertorio cutre. Sé que quién más quién menos se siente aliviado por haberse librado de eso.
Pronto los guardias que nos estaban custodiando salen por las escaleras hacia la parte superior. Seguramente vayan a ayudar a sus amigos, pobres ingenuos, si ponen un pie fuera ahora serán aliens a la brasa.
- ¡Vamos chicos! ¡Es hora de largarnos!
¡Hay que aprovechar esta oportunidad! Ya que probablemente sea la única que tengamos.
- ¿Pero cómo saldremos de las jaulas? –dice Beelén. ¡Será aguafiestas!
Pero en verdad tiene razón, ¿Cómo vamos a hacer? A ver, piensa Edemetria, piensa. Tengo que tener algo por aquí que nos sirva… Un traje picos… ¡Qué cosa más fea! Ah, es cierto, esto se lo iba a regalar a Vesta antes de que pasase todo… ¡Ahora se queda sin él por cabra traidora! Una pera que iba a vender… Unos tulipanes… ¡Esto! ¡Aquí lo tengo! ¡Un clip corazón! ¡Bendigo el momento en el que Bollito me lo regaló! ¡Es tan romántico! ¡Esto nos salvará!
Rápidamente meto la parte metálica del clip en la cerradura para intentar abrirla como en las películas. Un poquito hacia la derecha… otro poco a la izquierda… ahora hacia arriba… ¡Eureka! ¡Se ha roto! ¿Ahora qué hago? ¡Era un regalo de Bollito! Cuando se entere…
¡Espera! ¿Y las horquillas con las que me ajusté el pelo para caber en este pútrido disfraz? ¡Esto sí que va a ser nuestra salvación!
Un poquito a la izquierda… otro poco a la derecha… ahora hacia abajo… ¡Perfecto!
- Eh, chiqui, ¡Se ha abierto!
Me sorprendo a mí misma usando esa palabra que siempre ha usado Bollito para referirse a mí, ¿Por qué ahora la uso yo? ¿Y a quién se la he dicho? Creo que tengo un problema… Y lo más importante… ¿Dónde rayos está ese oso?
Me saco varias horquillas del pelo y las voy repartiendo entre los vecinos que allí se encuentran para que vayan abriendo las puertas de sus jaulas. Mientras tanto, mi corazón se acelera porque no logro encontrar a Bollito. ¿Por qué? ¿Dónde está?
- ¡¿Alguien ha visto a Bollito?! –digo con un ligero tono de desesperación.
No me gusta admitirlo, pero sí, estoy preocupada por él. ¡Él estaría igual si yo no apareciese! ¿Verdad? ¡¿Verdad?!
- Está aquí… -¿Esa es la voz de Flopi?- está inconsciente pero todavía respira…
Veo que ese pato tiene miedo de mi reacción, porque me habla como con temor… Lo cual es lógico, sabiendo lo que le pasó a su tiburón aquella vez que osó levantarme la voz. ¿Qué pasó? Pues resulta que esa noche yo cené un rico tiburón a la marinera. ¡Estaba delicioso! Aunque no me llegó a llenar y tuve que comer un pez dorado que tenía yo en la pecera de la cocina. Me causó un poco de pesar, ya que le había llamado Dora y bueno, me caía bien. Era un buen confidente.
Sacudo la cabeza para intentar serenarme y voy a junto Bollito. Constato que todavía respira y suspiro aliviada. Tenemos que despertarlo como sea. Así que la bombillita se me vuelve a encender.
- A ver, ¿Cuál de vosotros lleva más meses sin lavarse? –pregunto a mis antiguos vecinos.
Beelén levanta la pata con cara de pesar.
- Ajá, ¡Así que la oveja está cochambrosa! Vamos, no tengas vergüenza, acércate y levanta el alerón delante de la cara de Bollito. ¡Tenemos que despertarlo como sea!
La oveja, aunque con mucho pesar, hace lo que le he dicho. En cuestión de segundos veo como Bollito empieza a abrir los ojos ya mover su cabeza hacia los lados.
- Edemetria… -¡Qué bonito ha dicho mi nombre! ¡Es tan romántico!- ¿Te has tirado un cuesco?
Le pego un coscorrón en la cabeza que lamentablemente casi lo vuelve a dejar inconsciente. ¡¿Cómo osa decirle eso a una dama?! ¡Las damas no hacemos eso!
- Levantad a este rufián y vamos, yo iré delante, ¡Tenemos que salir de aquí!
Subimos por las escaleras los casi veinte habitantes de Villa Tubérculo y al llegar arriba vemos que no hay nadie. Ni siquiera un mísero alienígena se ha quedado allí para vigilar el núcleo de su campamento. ¿Pero en qué están pensando estos bichos?
Cuando terminamos de subir todos, una voz se escucha por un megáfono. Parece la de Tórtimer 2.0, sí, es él, esa voz de tortuga vejada no se me olvidará nunca.
- Señorita Edemetria, estamos en su casa, muchos de mis hombres han caído, pero si no se rinde ahora prenderé fuego a su hogar con todos sus amigos dentro. Entréguense y serán hospedados pacíficamente. No habrá más bajas, ni de un bando ni del otro.
Para ser líder este bicho es bastante tonto, ¿Piensa que nos vamos a rendir tan fácilmente? ¡Ni hablar!
Salimos afuera y vemos el paisaje que hemos creado. Ríos de lava salen a borbotones de la tierra, este paisaje que en algún momento se podría tomar como infernal, ahora mismo se me antoja del todo paradisíaco. ¡Con un poco de suerte podremos fosilizar uno de esos bichos en la lava y conseguir un valioso ejemplar para el museo! ¡Seguro que Sócrates estará muy contento si eso sucede!
- Vamos chicos, se van a enterar estos alienígenas de lo que es sufrir. ¡A la carga!
- ¡A la carga! –dicen todos al unísono.
¡Esos son mis animales! Empiezo a sentirme orgullosa de este pueblo, espero no tener que tragarme mis palabras, pero ¡Viva Villa Tubérculo!