No te preocupes si no sabes que comentar, honestamente, a mi me vale un solo post para que yo continúe la historia. ¡Pero gracias por tu apoyo! Seguramente ya queden menos de 4 capítulos, tres como mucho, calculo. De nuevo vuelvo a decir que no quedará duda sin resolver cuando se acabe. Comencemos con la segunda parte.
Segunda parte del Capítulo 5: Corazón Nórdico.
Ya no quedaba casi nada para llegar a Ambriego, media hora más o menos. Estaba empezando a amanecer y hacía un rato que dejamos atrás el desierto, así que nos quitamos los antifaces porque ya no nos íbamos a encontrar con ningún Cacturne. Yo, junto a caldero, me había quedado profundamente dormido debido al cansancio, pero Caroline mantenía aun los ojos bien abiertos, estaba acostumbrada a ello. Los únicos ruidos que se escuchaban era el del coche en marcha y el canto de los murkrow que volaban a algún sitio oscuro donde descansar. Mientras conducía, Caroline se entretenía observando el colorido cielo del alba que conformaba el paisaje, aun estaba oscuro pero las nubes se tornaban moradas y del horizonte ya empezaba a nacer los primeros rayos del día. —Voy a poner un poco la radio…— Susurró. Puso el volumen muy bajo y empezó a buscar algún canal donde pusieran música fresca, una que pudiera entonar bien con el paisaje que se veía tras la ventanilla. No tardé en despertarme, pues aunque el sonido era leve, mi sueño era ligero. —Hola…—Me dijo embozando una sonrisa. —Ya queda poco para llegar. —¿Aun no hemos llegado? Si que está lejos, si. Buenos días. Caroline seguía buscando un canal de música, pero de entre todas las transmisiones que pasaba hubo una que me extraño —Espera—Dije quitándole el dedo del botón —E oído algo… Empecé a retroceder señales atrás hasta dar con el canal que me había llamado la atención, y al poco rato lo encontré. Era una noticia local, un locutor estaba hablando en ese preciso instante.
´´Pues sí, estamos sobrecogidos. No sabemos qué ha ocurrido exactamente, pero la mañana se está llenado de muertes, John. Están amaneciendo un montón de fallecidos en su propia cama y sin motivos aparentes. ¿Podría tratarse de una epidemia? Yo no lo sé, pero si he visto alguno de los desafortunados cadáveres, y te puedo asegurar, John, que la visión no es en absoluto agradable, todo lo contrario, no me gustaría describirlo. Esto solo ha ocurrido en algunas ciudades de Thariolán, entre las que se encuentra, Geodia, Verojos, Ambriego, Puerto Negro y Cavo Lienzo. Todos los cuerpos de investigación se están levantando ahora mismo para descubrir el por qué de la catastrófica cifra de muertes en casi toda Thariolan. Voy a mantenerlos informados durante todo el día, esperemos que… ´´
Baje el volumen de la radio a cero. —Ambriego también… ¿Qué ha tenido que ocurrir? —Preguntó Caroline —Muertos y en su cama. Esto me suena mucho. —Mister ¿A qué te refieres? ¿Ya recuerdas algo de tu pasado? —No, no es eso. Cuando desperté el día que perdí la memoria, lo hice tumbado en la cama de un señor que me había encontrado en el bosque, Haakon se llamaba. Tenía una esposa, era encantadora, pero al día siguiente… —¿En serio? ¿Qué le paso? —Haakon no me quiso creer, aunque sospecho que él también lo sabía, pero a Jala, su mujer, le habían robado el alma. Solo había que verle la mueca de la cara y aquellos ojos apagados y desencajados. Caroline frenó un momento el coche, aparcando justo en el arcén. Luego me miró fijamente, muy curiosa, clavando sus pupilas en las mías. —Oye, Mister ¿Cómo demonios llegaste a la conclusión de que le habían robado el alma, no te parecía un poco descabellado? —Sí, me parecía descabellado solo pensarlo. Pero ¿Sabes qué más? También sospeché que el causante de aquello había sido un chandelure, igual que el que me intento matar. —No me expliqué bien. Lo que quería decir es ¿No te parece descabellado que un tipo con amnesia pueda diferenciar un muerto normal de un muerto al que le robaron el alma? Mister ¿Quién eras en tu otra vida? Sabes mucho de criaturas mágicas, sospecho que has sobrevivido a la muerte en contadas ocasiones, tienes sueños extraños, lo sé porque hablas cosas raras cuando duermes, y además… esto de las almas. Tú no eres normal, Mister. He de reconocer que no me había dado cuenta hasta ahora, hasta que Caroline me lo dijo. Pero las mismas preguntas que se hacía ella me las sigo haciendo yo, pues todavía estaba confuso sobre mi pasado, del cual no sé nada. —¿Se puede saber que digo mientras sueño? —Pues, no lo sé, cosas en plan… Mi ángel, lo siento mucho, solos tú y yo, y a veces hablas del Venoturium, aunque solo lo mencionas. —Solos tú y yo…—Musité despacito y con la mirada perdida en el infinito. —Si… ¿Te dice algo? Era una frase que no me sonaba para nada, pero por alguna razón no podía parar de repetirla en mi mente. —¡Mister! —Ay ¿Qué? —Que te quedas empanado… —No me dice nada. Supongo que solo son sueños ¿Continuamos? Al cabo de aquella media hora, por fin llegamos a Ambriego. El lugar no estaba para nada en los momentos más felices, había muchas personas llorando en las calles y un montón de policías y agentes sacando el cuerpo de los fallecidos de sus camas. A Caldero lo llevaba en brazos mientras paseábamos andando por la ciudad, y este parecía también apenado, además de inquieto. La prensa estaba en cada rincón, sacando fotos y realizando reportajes a los familiares y a los investigadores. De repente, un animal de fuego se me aproximó y se apoyó en mis piernas con sus patas delanteras, era un Growlithe, parecía querer alcanzar a Caldero para jugar. —¡Nina! —Grito una voz femenina —¡Nina, no molestes! Una mujer vino corriendo a nosotros, aunque no le presté mucha atención, pues seguía pendiente de aquel animal, que parecía llamarse Nina. Me agaché y dejé que tocara a Caldero, en seguida parecieron llevarse muy bien. No me pude resistir a acariciarle el mechón blanco que le nacía de su anaranjada cabeza. Aquella mujer se paró justo en frente de nosotros, lo primero que vi de ella eran las piernas, que iban cubiertas con unas medias negras y una falda azul marino, tanto los zapatos como la falda eran parte del traje reglamentario de la policía. —Anda… Si eres tú. —Dijo aquella mujer. ¿Me conocía de algo? Alcé la vista y pude verle más o menos el rostro, porque iba con unas gafas de sol y con una gorra de policía, pero abrí los ojos como platos al verle el color del pelo. —¡Mister, es ella!— Exclamó Caroline— ¡Ella fue quién que te salvó la vida! Me levanté muy lentamente, dejando a Caldero y a Nina juntos en el suelo. La sensación que me invadió en aquel momento fue de puro nerviosismo. La mujer se quito las gafas de sol, dejando ver unos ojos que parecían hechos de cristal, me podía ver reflejados en ellos, si que parecían los ojos de un ángel. —¿Cómo te encuentras? —Me preguntó. —Yo… muy bien. —Menos mal ¿Eh? Tuviste mucha suerte, estabas a punto de morir. Ojala pudiera decir lo mismo de los cientos de personas que hoy han fallecido. Por cierto, me llamo Clara. —Yo soy Caroline, y él es… amnésico, no se acuerda de su nombre, pero yo le llamo Mister. —¿Amnésico? —Preguntó sorprendida — ¿No tienes nada que te identifique? ó ¿Nadie que te conozca? —Ni siquiera sé qué región es esta, y no… imagino que perdí mi identificación. —Si es que la tenía. Pensé. —¿Se sabe algo sobre la posible causa de las muertes? — Preguntó Caroline. —Nada… Solo sabemos los números de muertos, pero no como acabaron así. Ahora mismo es todo un misterio. Dos médicos pasaron a nuestro lado portando una camilla con uno de los muertos, me fijé en la cara de este, piel pálida, mueca de grito y… carecía de pupilas. —No puede ser… —Susurré. —¿Pasa algo? —Preguntó Clara. Caroline me miró me miró extrañada, parecía que ya me había entendido antes de que pronunciara palabra. En ese momento otro policía se acerca a nosotros y se dirigió a Clara. —Inspectora, noticias desde el puerto, muy recientes. —¿Qué ocurre? —Nada que ver con el caso de los muertos, inspectora. Hemos detectado desde a los micrófonos submarinos que rodean Thariolán, un misterioso sonido que se ha grabado en todos los dispositivos cercanos al mar del puerto. Al momento de esto encendimos todos los radares y durante unos segundos pudimos detectar un cuerpo qué… bueno, cuyas dimensiones no era inferiores a los noventa metros. Sospechamos que se trata de un animal descomunal, y… Aquel policía pareció darse cuenta en aquel preciso instante que Caroline y yo estábamos ahí, pues iba con tantas prisas que ni se paró a vernos. Cuando nos observó decidió ser discreto y susurrarle al oído de Clara. —Creemos que se está acercando.
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