Tres pequeñas cosicas:
1) Renaissance, creo que lo que le dijiste a Zexión por esa regla de tres también se te puede aplicar a ti, ya que básicamente dijiste lo mismo que él .-.
2) ¿¡Tengo qué hacer incesto!? ¿¡Really!? Bueno, es una manera de practicar mis aptitudes como escritora, acepto el reto :3
3) ¡He vuelto! Aunque creo que era obvio
Y bien, vamos allá:Capítulo 7
Hace más o menos un año, finales de Noviembre
Son las dos de la mañana. Raúl contempla desde la ventana como minúsculos copos de nieve caen hasta hacer montones en el suelo. Lleva desde las seis de la madrugada así, la nevada es tan pronunciada que es casi imposible ver la luna entre tanto rebumbio. Suspira. Maldito invierno. ¿Porqué existirá? Con lo que él odia la nieve... Sin embargo, no despega la vista de la ventana. No hasta que aparezca la persona a la que lleva esperando desde hace más de dos horas, la joven que se suponía que volvería a las doce y ya casi pasan tres horas de la acordada. Gruñe. La culpa es de sus padres, que nunca vigilan cuando Maya llega a casa, así normal que la niña haga lo que quiera.
-Raúl.
Ahí está. El joven se gira, hora de la bronca.
-¿Qué haces despierto?- pregunta ella, antes de que el chico diga nada.
-Mejor dicho, ¿qué haces despierta tú?- replica él- Deberías estar en cama desde hace dos horas.
-Perdona, se me pasó la hora- intenta disculparse Maya, aunque sabe que no sirve para nada- La fiesta se alargó, Yuzu necesitaba ayuda para controlar todo y...
-Cállate, no quiero oír tus excusas, siempre tienes.
-Pero...
-Yo no soy como papá y mamá, ¿vale? Ya que ellos no te vigilan, tendrá que cuidarte alguien.
-Bueno, lo sé, pero es que...
-He dicho que no quiero oír tus excusas- la interrumpe- Me tienes harto, vete ya a la cama, antes de que me cabree más. Hablamos mañana, que ahora estoy muy enfadado.
-Entendido- responde la niña, echando a correr por el pasillo.
El joven la observa irse. Suspira. En realidad no le gusta ser tan duro con ella, pero es que sino... Sus padres nunca hacen nada, básicamente se han criado solos: ella, él y el pequeño Jael. Por ello, desde que cumplió los doce años, Raúl en parte se ha convertido en la cabeza de familia y se encarga de educar a sus dos hermanos pequeños. Es una tarea dura, pero alguien tenía que hacerla, y ya que sus padres no están a la labor...
Maya camina por el pasillo, apesumbrada. En el fondo sabe que el chico tiene razón. Se ha pasado, dos horas más tarde de lo que él le dijo es una exageración, pero es que no tenía fuerzas casi para moverse y no quería que su familia la viera llorar. Ya le había costado muchísimo mostrar sus sentimientos de pena ante Laura, como para hacerlo ante Raúl.
Sigue caminando, sumida en sus pensamientos. Un ruído hace que salga de su trance. Se gira y contempla una puerta entreabierta, y el ojo de su hermano menor observándola con cautela.
-¿Jael? ¿Qué haces?
-Perdona, es que escuché como Raúl y tú discutíais, estaba preocupado y...- tartamudea el niño.
-¿Preocupado porqué?
-No sé...
-¿Porqué últimamente se está volviendo habitual? Ya hablamos de eso antes, Jae, te dije que sus intenciones eran buenas.
-Si no es eso.
-¿Entonces qué es?
El joven suspira. Baja la mirada, no se atreve a mirarla a los ojos, le va a costar mucho lo que tiene que decirle.
-Es que...
-¿Sí?
-El otro día escuché discutir a Raúl y a papá.
-¿Sobre mi?
-¿Sobre ti?
Traga saliva. Sabe lo que viene ahora, es inevitable que lo pregunte.
-¿Y qué decían de mi?- dice ella, como suponía el chico.
-Hablaban de que quizás estabas más distante, te revelabas más porque...
Y se detiene en seco. Va a ser incapaz de decir lo que viene ahora.
-¿Porqué?
-Porque estás saliendo con un chico...
Ella se detiene en seco. Jae la observa. Dios mío, ¿entonces es verdad?
-Me voy a dormir, Jae.
Y antes de que él pueda despedirse, ella se va. El joven no puede parar de repetir "Dios mío" en bajo. ¿Será cierto entonces? ¿Su hermana tiene novio?
Unas manzanas más allá
Sigue nevando. Da la impresión de que no va a parar. Eco camina por la acera, abrazándose a si mismo, helado. A él siempre le ha gustado la nieve... Hasta ahora. Y es que los sucesos de hoy han conseguido que todos estos copos lo único que hagan es traerle malos recuerdos. Hoy la nieve es la melancólica. Hoy no le da ánimos para seguir adelante, como todas esas veces que bajaba de niño a jugar con ella para aliviar sus penas. Para él la llegada de las primeras nevadas significan tiempos felices. Ahora sólo significa amargura y desesperación.
Alcanza el móvil de su bolsillo. Busca entre sus contactos. Ahí está. Tres llamadas después, por fin le cogen al teléfono.
-¿Eco?- murmura la voz cansada de Diego- Son las dos de la mañana. ¿Qué cojones quieres?
-¿Ahora mismo? Morirme.
-¿Y para qué me llamas? Si te ayudo seré cómplice, si quieres suicidarte hazlo tú solo, a mi no me molestes.
-No estoy para coñas.
-¿Ah, no?
-No.
Diego espera unos segundos. El aguante de risa habitual de su amigo que da entender que le está haciendo una broma no aparece. Mierda, entonces va en serio.
-Joder, ¿qué os pasa hoy a todos? Primero Maya, luego tú...
-¿Maya? ¿Te ha contado algo?
-No... Bueno, ella directamente no, me lo dijo Laura.
Mierda, si se lo dijo a Laura es que está mal de verdad.
-¿Y qué te dijo?
-Que Maya le acaba de llamar llorando pidiéndole que fuera a por ella a la fiesta, Lau estaba muy preocupada.
-Vaya.
-Ya, a animarla toca.
-Sí.
Diego frunce el ceño. A su amigo le ha cambiado el tono de voz al hablar de la chica. ¿Qué le pasará?
-Y bueno, tío, ¿qué te pasa? Aún no me lo has contado.
-Nada, da igual.
-No, no da igual, me has despertado a mitad de la noche porque querías que te animara, ahora no me dejes con la duda.
-No, en serio, da igual.
-Que no, tío, soy tu amigo, y como tal quiero ayudarte. Confía un poco en mi, anda, que no quiero verte mal.
-Que no importa.
-Si que importa, si no me importara no te preguntaría.
-No, no importa- murmura Eco, finalizando la llamada.
La preocupación de Diego no hace más que aumentar. ¿Qué le pasará? Intenta llamarle más veces, le escribe algún que otro Whats App, pero le aparece que tiene el teléfono apagado. Resopla. Mierda, se siente impotente, su amigo está mal y él no sabe hacer otra cosa que hacerle preguntas estúpidas. Sólo espera que no cometa ninguna tontería.
Más hacia el centro de la ciudad
-¡Joooo! No-no quiero dor-dormir.
-Vamos, Yuzu, no seas cabezota. Métete en la cama.
-¡Ooooh! ¿Me-me vas a violar?
-Si lo consientes no sería violación.
-¿Enton-enton...Entonces lo va-vas a ha-hacer? ¡Yupiii! Po-podré estre-trenar mi dis-disfraz de en-enfermera.
Ángel suspira. Han pasado ya horas y su hermana sigue superborracha. "No es justo"- piensa el joven- "Habíamos acordado que si en una fiesta uno se volvía loco al otro le tocaba cuidar de la casa, pero ella la lleva cinco seguidas, ¿cuándo va a tocarme a mi...?
-Yuzu, ya. Duérmete a ver si se te pasa la borrachera.
-Lo... Lo dudo- dice ella, entre hipos- Po-porque he se-seguido be...biendo mi-mientras no... mirabas.
El chico suspira de nuevo. ¿Quién mandaría a sus padres tener otro bebé...?
-Yuzu.
-¿S-síiii?
-O te duermes o mañana vamos al dentista.
-¡NOOOOO! AL DENTISTA NO, M-ME TOCA LAS ENCÍAS.
-Porque es su trabajo.
-¡P-pero n-no lo-lo entiendes! Él disfruta ha-haciéndolooo, po-pone cara de pederasta y...
Ángel la tapa con el edredón entera, incluida la cabeza. Ya está harto de escuchar tonterías. Apesumbrado, camina hacia fuera de la habitación. La próxima vez le tocará emborracharse a él, lo jura.
Continuará...
En el próximo salís los que faltáis, es que ahora no me cuadraba