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Hoy es el cumpleaños de:
Lilu
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Ichiinou |
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Publicado: 17/Ago/2013, 13:49 |
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Registrado: 27/Mar/2013, 22:27 Ubicación: Pontevedra
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Leídos estos tres capítulos que tenía pendientes, procedo a comentarte. Sin duda, la aparición de esta pequeña princesa élfica, me intriga y me interesa. No sé, creo que puede darle un toque interesante a la historia, si se convierte en una de las protagonistas. A mi parecer, la escena del anciano y las dagas, se prolongó de más, no sé... te paraste mucho en ello y a mí se me hizo tedioso. También quiero señalar, que debe de ser muy importante el nombre de la protagonista, cuando estás evadiendo el citarlo, así que estimo que puede ser algo importante en la historia. Me gusta bastante el carácter de la protagonista, me recuerda vagamente a Kirtash de Memorias de Idhún. >w< Escribes muy bien, como perfectamente dice Fernan, y nos haces meternos en el mundo que has creado en tu imaginación, porque describes cada detalle. Es sin duda prodigiosa tu forma de redactar. Y bueno, espero la próxima actualización. Un saludo. ~
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Fernan |
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Publicado: 17/Ago/2013, 14:25 |
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El humorístico y vago del pueblo. |
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Registrado: 02/Ago/2010, 15:04 Ubicación: Esperándote en la cama.
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Ichiinou escribió: También quiero señalar, que debe de ser muy importante el nombre de la protagonista, cuando estás evadiendo el citarlo, así que estimo que puede ser algo importante en la historia. Puede ser eso teniendo en cuenta cómo va la historia, pero teniendo los rasgos físicos y psicológicos tan detallados casi puede ser eso más importante a la hora de seguir el pensamiento de la protagonista que saber su propio nombre. Aunque no sabiendo que hay por venir, a saber tendrá de importante su nombre O: Reminiscence. escribió: Por ser hija de un noble no puedes tratar así a alguien como yo, ¿me entiendes? Me has recordado a quien no deberías haberme hecho recordar xDDDDDDDDDDDDDD Pues siempre me dices que no te pones freno a la hora de describir cosas, pero creo que me he empezado a acostumbrar a tu escritura hasta el punto en el que cuando terminas de escribir la oración describiendo a quien sea sigo pensando que habrá más xD. Y me ha llamado la atención lo descarado que es la pequeña, bien honesta que es sin esconder nada.
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Renaissance |
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Publicado: 22/Ago/2013, 09:39 |
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Registrado: 20/Feb/2010, 16:57
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Cuando el momento llegó, lo supo. Llevaba horas planeando cada minúsculo detalle de cuanto iba a hacer, las ramas que suponían las diferentes cosas que podrían sucederle, el cómo la mayoría de estas eran terribles y cuál era la mejor forma de conseguir que todo resultase más fácil, más rápido y con menos probabilidad de estrepitoso fracaso. Realmente… cualquier fracaso era estrepitoso en aquellas circunstancias. Era casi noche cerrada. No había prácticamente nadie en la pequeña ciudadela de la periferia, apenas más vida recorría el castillo que los dos guardias apostados en cada una de las cuatro entradas, y llevaban antorchas. Era la hora de los secretos. Probablemente cada uno de los nobles en el castillo estuviese hablando entre susurros de otro, en sus dependencias. Era la hora de aprender cosas. La hora del poder, en la que cualquiera que supiese cómo podría obtener una influencia más sutil que la alcanzable con una gran espada, era la hora de lo efímero y lo tenue. Era la hora en la que se podían ver aquellos matices que moldeaban a todas las personas en la baronía, la hora en la que más fácil sería acabar con las vidas de los que no merecían portar el pulso como latiente. Y lo era porque anochecía. El sistema de alcantarillado era simple, lo cual resultaba ridículo teniendo en cuenta lo mucho que el hombre más importante de toda la familia Gresc valoraba lo detallista. Se veía en cada muro, en cada ventana, en cada rincón, en las estructuras, en cómo cada cosa parecía estar en el lugar absolutamente perfecto, y, si bien no eran perfectos, hasta las piedras pómez de los adoquines reflejaban con absoluta dignidad que ese era el que se les había adjudicado. La gente no parecía sentirse oprimida por un magnate exigente o deplorable, sino más bien… a salvo. Como si aquel fuese su hogar. Y ciertamente, la ciudadela del castillo parecía, además de segura, un buen lugar para pasar la vida. Se había pasado las dos últimas horas caminando las cuatro calles principales, una por cada una de las alas de la edificación en sí, y había contado doce entradas al sistema de alcantarillado. Como en todo lugar donde guardar las apariencias… si lo que se veía era bueno, la cantidad y mugre de lo desechado debía ser proporcionalmente desagradable. Le daba igual realmente. No se podía estar más sucia, no se podía desafiar más a la higiene de lo que llevaba haciendo ella hasta hacía unas horas. Tampoco se había acostumbrado del todo a no oler a lo nauseabundo de sus callejones, realmente. De empezar a contar desde el ala norte en el sentido de las agujas del reloj, su entrada era la cuarta. El acceso del sur era probablemente el principal, junto con el septentrional, y eran seguro por ello los vigilados con más ahínco. La cuarta entrada a los canales estaba lo bastante alejada de la puerta este para pasar desapercibida el tiempo necesario, y a la vez lo bastante cerca para no perderse en la maraña que el subterráneo suponía. No le preocupaban los guardias. De hecho, llevaba sentada en un rincón de los adoquines de la calle este casi quince minutos y ninguna de las dos rondas de vigilancia sucedidas en aquel breve tiempo la había delatado. Solo veían lo que querían ver, y mientras reafirmaban su ciega y estúpida certeza de que nadie que no debiese iba a entrar en el castillo, una muchacha de blanco destapaba sin problema la entrada a las alcantarillas y se adentraba de un salto en lo profundo y oscuro de lo desconocido. En lo alto, la luna cantaba canciones de cuna a quienes escuchaban el silencio.
Aclaraciones
Quería decir, que... a todos los que me habéis leído, un poco, mucho, a los que lo habéis seguido todo... Gracias. Por darme la oportunidad de ocupar un trozo de vuestros recuerdos. Y ahora me dejo de dramas, que lo que quería decir realmente es que la próxima vez que actualice terminaré probablemente el capítulo 1, y como me quedé con ganas de hacerlo ahora pues lo digo. Espero que os guste.
Última edición por Renaissance el 25/Ago/2013, 00:13, editado 2 veces en total
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jaguar22 |
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Publicado: 22/Ago/2013, 13:57 |
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Registrado: 03/Abr/2008, 02:00 Ubicación: The Summoner's Rift
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Me he leído las últimas tres páginas de golpe x) Me parece increíble cómo describes los acontecimientos con tanta precisión, ahora mismo tengo una clara visión de cómo es el castillo y la forma que tiene, además del aspecto que presenta la chica.
La sucesión de acontecimientos me parece la adecuada. Por ahí han dicho que el avance es un poco lento, pero a mí no me lo parece así. Cada actualización es un fragmento del primer capítulo, no son capítulos sueltos. Por tanto, en mi opinión la trama lleva la velocidad correcta.
Pues eso, que la historia me parece fantástica.
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Ichiinou |
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Publicado: 22/Ago/2013, 20:52 |
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Registrado: 27/Mar/2013, 22:27 Ubicación: Pontevedra
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Leído este primer capítulo, puedo constatar, que sabes como dejar a los lectores con ganas de más. Respecto a la trama, me gusta como avanza la acción y como dicen un poco más arriba, este capítulo se ha hecho más ligero de leer, porque en realidad, escribes muy bien, pero por alguna razón, se hace pesado de leer en grandes cantidades. He visto un pequeño fallo, al menos a mi parecer: Reminiscence. escribió: Era casi noche cerrada. No había casi nadie en la pequeña ciudadela de la periferia, apenas más vida recorría el castillo que los dos guardias apostados en cada una de las cuatro entradas, y llevaban antorchas. Esos dos "casi" están muy juntos y quedan un poco mal, sería mejor que intentases substituirlo por un "a penas nadie" por ejemplo. No obstante, me gusta como redactas y como avanza la historia, me gustará saber qué pasará ahora que nuestra protagonista se ha infiltrado correctamente en el castillo. Un saludo. ~
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Renaissance |
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Publicado: 23/Ago/2013, 10:53 |
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Registrado: 20/Feb/2010, 16:57
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Los canales que recorrían el castillo bajo tierra eran anchos, y estaban casi completamente a oscuras. El fuego de la mayoría de las dispersas antorchas se había apagado por lo insufrible de la humedad, o quizá porque ni siquiera las llamas podían soportar aquel olor, o tal vez porque simplemente era de todo menos habitual que alguien rondase el subterráneo y su crepitar se había extinguido de forma natural. La joven cogió una de sus dagas rápidamente, tan veloz como se unen dos hilos de pensamiento, y la estancó en el pequeño soporte metálico de la pared que sujetaba una de las antorchas encendidas, usándola como apoyo para alzarse hasta hacerse con ella. Contrajo la expresión, tensa, y echó a andar repasando mentalmente el mapa orientativo que había conseguido a duras penas dibujar. Aquello era como un laberinto sin sentido, la contraparte a cuanto se veía en superficie, la negrura que escondía cualquier blanco impoluto por la simple necesidad de haber dejado atrás oscuridad; un absoluto desastre. La antorcha llameaba débilmente, liberando centelleos anaranjados y, si la movía demasiado rápido, dejaba caer pequeñas lluvias de chispas. Su luz cálida llegaba a la otra orilla, creando reflejos sobre aquel putrefacto río de hedor y bacterias. Miró en todas direcciones, girando la cabeza como si hubiese sido programada para ello, contemplando cada rincón, cada posible escapatoria, cualquier signo orientativo capaz de decirle a dónde ir. No encontró nada, así que siguió a su instinto y comenzó a caminar hacia la derecha mientras buscaba algún tipo de curva que la adentrase hacia el subterráneo del castillo. El suelo resbalaba por lo intenso de aquella humedad extraña. El olor habría sido insoportable para cualquiera, pero ella permanecía impertérrita y en silencio. Sabía adónde quería ir, y que aquella era su mejor baza para conseguir alcanzar el lugar. Por no decir la única. Finalmente, la pared al otro lado del agua pareció adquirir otra textura, como si se plegase hacia lo profundo e intenso de un negro cerrado, y supo que esta giraba. Dio unos pasos al frente, sin muchas esperanzas en que su mitad paralela fuese a imitar la curva, y no se equivocó. Sus facciones no mutaron lo más mínimo, ni resopló, ni hubo suspiros que ahogar en lo alto de la garganta, ni frunció el ceño, ni pensó las cosas dos veces. Esas eran las cualidades humanas que más hacían fallar a las personas, y lo sabía. La inseguridad, las dudas, todas y cada una de las amigas del miedo. Algo capaz de dejarte inmóvil y temblando. Algo que ella necesitaba evitar, y era por eso que hacía ya mucho que danzaba a su vez en un valse de humo y luces trémulas en el que todo se veía con claridad absoluta pero ambos parecían estar ciegos a la existencia del otro. Era como recorrer un puente de telas sobre el abismo y no poder abrir los ojos, como convencer al que sabe está a punto de morir de que todo va bien. Convertir lo imposible en útil, además de seguir siendo imposible para los otros. Parecería más duro si fuese a explicárselo a alguien alguna vez de lo que lo era realmente para ella. Se había repetido tantas veces lo mismo, con la mente muda y helada, que había conseguido creerse la más obvia de las mentiras, y era por eso que no tenía miedo. Pero no era ingenua. No vivía engañada. Sabía lo que era cierto, pero podía negárselo a sí misma cuando más lo necesitase. Y eso la hacía más poderosa de lo que lo eran los otros. Tener que sumergirse en aquella especie de agua lodosa y maloliente no era algo que la satisficiese, pero tampoco nada capaz de hacer que se quejase. Era necesario. Eso bastaba, y, de hecho, bastó, pues no tardó apenas segundos en respirar hondo y dejar caer la antorcha a las aguas antes de saltar y sumergirse en ellas. Apenas dio cuatro brazadas antes de atravesar el canal al completo. Sacar la cabeza del agua era un suplicio, quería coger aire pero era demasiado irrespirable para siquiera intentarlo. Cuando llegó al otro lado y dejó sus dagas sobre la piedra antes de incorporarse, le picaba la piel. El vestido se le había pegado y ahora marcaba las líneas que definían el contorno de su figura adolescente, y el blanco era desvaído hasta rozar la escala de grises; además, ni a la luz de las antorchas le brillaba el pelo, así que supuso que su imperfecto camuflaje aristocrático no tendría nada de nobiliario más. Realmente ni existía. Siguió con su camino sin buscar una nueva fuente de luz, a buen paso, y no tardó en encontrar una pequeña perturbación en las húmedas paredes de piedra indicando que algo cambiaba. Finalmente, dos antorchas le mostraron unas escaleras de dura roca que parecían torcer hacia la derecha levemente, y, sin muchas más opciones que esa o perderse en medio de lo repulsivo de las alcantarillas, decidió al instante adentrarse por ellas. Porque cierto es que cuando te encuentras en el subterráneo de un gran castillo y unas escaleras suben… no pueden llevar a muchos sitios. Pronto el olor menguó y se convirtió en un claro aroma a cera, como si aquello estuviese repleto de velas y llevasen horas encendidas, con un ligero acento humano. El pasillo que abarcaba aquellas escaleras era estrecho, como un pasadizo, pero no tardó en abrirse hasta terminar en una puerta, o un amago de lo que sería una. No lo era realmente, no se trataba de más que de un arco con la forma que tendría esta en caso de haberla, del curvo perfil construido en la pétrea superficie que la rodeaba. Cruzarla la llevó a una sala baja e iluminada mucho mejor que ninguna en la que hubiese estado antes. En milésimas de segundo supo que si el castillo del barón Gresc tenía mazmorras, tenían que ser aquellas. Olía a calabozo, a insatisfacción, a humanidad y a sudor frío. Y a cera. Sintió una ligera inquietud ante la perspectiva de cruzar la estancia, de pasar por delante de celdas ocupadas, de ser vista. De dar constancia de su existencia a ojos delatores. Pero verdaderamente no encontraba más opciones, así que relajó sus pies descalzos y se esforzó en ser el fantasma que llevaba tantos años siendo a ojos de todos mientras hacía que sus piernas avanzasen, una frente a la otra, una vez, y una más. Cuando llegó al final y posó su mano en la tosca piedra que enmarcaba unas nuevas escaleras, una calma fría y silenciosa la inundó, avanzando con tranquilidad a cada latido de su corazón. Su pulso permanecía impasible, ajeno a cuanto ocurría, y quizá por eso no despertaba las alertas de nadie. O sí. Su piel de nieve reprochó el tacto frío de cada peldaño con su mudez natural, siendo cómplice de los escalones y guardando un nuevo secreto que recorrió la corte como vibrando suavemente, casi imperceptible, uniéndose a la canción que suponían todas las mentiras nacidas entre aquellos muros de hipocresía y silencio. Ichiinou escribió: Reminiscence. escribió: Era casi noche cerrada. No había casi nadie en la pequeña ciudadela de la periferia, apenas más vida recorría el castillo que los dos guardias apostados en cada una de las cuatro entradas, y llevaban antorchas. Esos dos "casi" están muy juntos y quedan un poco mal, sería mejor que intentases substituirlo por un "a penas nadie" por ejemplo. Hay un apenas ocho palabras después, en ese fragmento que has cogido. A pesar de eso creo que lo he arreglado de otra forma, puedes comprobarlo y decirme si te lo parece. Solo si quieres, claro.
Fin del Capítulo 1.
Última edición por Renaissance el 24/Ago/2013, 00:16, editado 1 vez en total
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