Un día de Mayo, me dirigí a la estación para irme a mi nuevo pueblo, ya que mis padres estaban muy ocupados y me tuvieron que mandar a que me cuiden a un pueblo llamado Apoline, donde vivía mi tía Bárbara. Cuando me monté en el tren, me tocó sentarme delante de una señora anciana, que tenía un gato. En la estación de
Zeville, ella se bajó; ¡pero se olvidó el gato!
Tres horas después, el gato se sentó como si fuera humano, y se dirigió a mi andando para preguntarme la hora
(¿pero qué?). Por un momento pensé que fueron los efectos de la fiesta que tuvimos ayer unos amigos de despedida, que estuvimos hasta las 6 de la mañana de fiesta, pero qué va, no era eso. Me preguntó el nombre, me preguntó el nombre del pueblo, y luego me hizo unas preguntas; me miré al espejo, y mi cara había cambiado (magia negra).
Al llegar al pueblo, 3 animales me estaban esperando, y una perrita, que decía llamarse Canela. Me dieron la bienvenida, y me llamaron alcalde; ¿osea qué? (esta gente quiere que les eche una bolsa de pienso). Fuimos al ayuntamiento, me construí una casa, y hasta el día de ayer he estado viviendo con animales.
Ayer vine a visitar a mis padres, y les conté sobre mi vida con animales; pero me arrepiento de haberlo hecho, pues solo he conseguido que me metieran entre 4 paredes, en un centro de recuperación mental. En fin, que he vivido algo muy extraño...
CONTINUARÁ...