Día 2: La Isla
Querido diario, esta mañana me desperté contento, con ganas de comerme el mundo. Hacía mucho que no me sentía así de bien...
El cartero estaba esperando delante de casa. Al parecer en el pueblo se estaba preparando la mudanza de un nuevo vecino. Bueno, así ya no seré el más nuevo del pueblo.
En fin, el día pintaba realmente bien. Hacía una mañana para contemplar el milagro de la vida... o de la muerte.
Decidí dar un paseo cuando vi una extraña deformación en la tierra. Cuál fue mi sorpresa al descubrir que era un fósil
aunque la sorpresa se me pasó al ver que el pueblo estaba plagado de ellos. Qué raro, igual esos fósiles pertenecían a los habitantes originales del pueblo y alguien quiso deshacerse de ellos...
Y con los bolsillos llenos de fósiles, me puse de camino al museo para aligerar un poco la carga. Allí me encontré con un tipo un tanto peculiar. Creo que se llamaba Arquímedes o algo así...
Hablar con ese tipo tan raro me dio hambre, y a falta de una cafetería cercana (Algo bueno de Mysteria, el museo tenía cafetería...) me fui a comprar galletas a la primera tienda que encontré.
De vuelta en el ayuntamiento, por algún motivo Canela consideró importante hablarme sobre su síndrome de Diógenes. Cada vez me hace sospechar más seriamente que se me está insinuando a cada momento...
En fin, era hora de trabajar. Así que empecé a hacer cosas de alcalde, como sentarme en mi silla de alcalde y trastear con mis bártulos de alcalde hasta que se haga la hora de la comida. Pero no tardé en descubrir que en este pueblo los morosos no encajan muy bien.
Estuvimos examinando detalladamente la letra de la carta anónima que me había acusado de mal alcalde, y pronto descubrimos que la había escrito Nachete (Y parecía majo).
Había escuchado que a los osos les gusta dar paseos nocturnos, así que esperé a que se hiciera de noche para ir a "decirle hola" a Nachete...
Pero para mi sorpresa se mostró bastante sumiso, así que tras este plan de castigo abortado, decidí ir a la tienda de reciclaje a pasar el rato, y allí me encontré a Tendo ligando con Paca. Paca dijo que no había pasado nada, pero cuando amenacé con contárselo a su marido pareció que sí ocultaba algo...
Tras aquella peculiar escena tan digna de una telenovela, salí a dar un paseo por la playa, y encontré una concha que me llamó bastante la atención...
Y decidí llevársela a Canela para agredecerle su lealtad incondicional, aunque quizá se hizo demasiadas ilusiones al respecto...
Tras esto, Canela me propuso dos actividades para pasar el rato y descansar de mi cargo de alcalde por un rato: Profanar tumbas y salir de pesca.
Me quedé con la segunda opción.
Llevaba tiempo sin tocar una caña, pero esto es como montar en bici, ¡nunca se olvida!
Pero no todo iba a ser de color de rosas. Pronto me encontré con Altramuz, que esta vez se había atrevido a salir de su cueva, para lanzar una de sus poco sutiles amenazas.
Pero no había tiempo para batallar ahora, Canela me había hecho llamar para cumplir con una nueva e importante misión: Regar la flora local.
Tanto pasearme por el pueblo me había hecho sudar como un cerdo, así que decidí comprarme ropa nueva, aunque al parecer a la dependienta no le gustó mucho mi elección...
Pero vaya... Mientras me cambiaba de ropa en la tienda, vi que tenía un bulto en cierta parte del cuerpo, así que pregunté por un médico, y al parecer el tal Arquímedes o como se llame había estudiado medicina en sus años mozos...
Al parecer aquel bulto era realmente una picadura de algún insecto... Todo apuntaba de nuevo a mi archienemigo Altramuz, así que me fui corriendo a la oficina de correos a mandarle una carta para enseñarle quién manda, a lo que me respondió con un nuevo ataque de sus secuaces...
Esta vez el ataque había sido más fiero que los anteriores. Incluso a los vecinos les costaba reconocerme.
El dolor era tan insoportable que me vi obligado a realizar mi Danza del Escozor de Cara para mitigarlo.
Salí a dar otro paseo por la playa, ya que me contaron que ponerse una medusa en la cara aliviaba el dolor en estas situaciones, pero de camino me encontré de nuevo con el señor borracho de ayer. Al parecer la corriente lo trajo desde MiAC.
Por suerte logré hacerle reconocer su problema con el alcohol. ¡El primer paso es aceptarlo!
Tanto ayudar a los demás terminan estresando a uno, así que me puse a golpear piedras. Nunca sabes las cosas que puedes encontrar bajo una piedra. ¡A veces hasta bayas!
Otras hasta minerales valiosos...
Pero el trabajo de picapedrero es muy cansado, y decidí irme a MiAC a visitar a Wizardy. Me encanta MiAC, está siempre tan soleado...
Aunque ayer no lucía demasiado el sol, pero pronto se animó la velada con la llegada de Aiyu al pueblo.
Y al parecer Aiyu venía con los bolsillos cargados y nos trajo regalos para todos
Estuvimos dando un paseo por la zona comercial, donde encontré el accesorio perfecto para esconder las dichosas picaduras, y más tarde nos fuimos a Kiyama, el pueblo de Aiyu.
Nada más llegar, nos fuimos de marcha al Club 444, a ver qué tal estaba el ambiente...
¡El sitio era la caña! Estuvimos bailando hasta que nos aguantaron las piernas. Incluso el Doctor Sito estaba dándole marcha al cuerpo, ¡y menuda marcha!
Tras un buen rato de marcha, nos fuimos a casa de Aiyu a descansar un poco. Y menuda sorpresa nos esperaba allí, ¡su casa parecía un castillo!
Una vez ya descansados, nos fuimos a pasar el rato a una isla. Con canción del Capitán incluida en el viaje.
Al parecer allí se organizaban excursiones a otra isla donde se hacían diversos concursos. El primero fue un concurso de peces, pero no cualquier tipo de pez... Se trataba de pescar peces, y no cualquier tipo de pez...
El segundo concurso fue mucho más dinámico. ¡Tiro al globo!
Pero sin duda, en el concurso de caza de bichos les dominé de calle. Se nota que eso es lo mío
Y como guinda del pastel, salí de allí con un traje de buceo, cortesía de Aiyu
Sin duda estiliza mi figura
Pero en fin, tanta actividad me había dejado molido, y ya era hora de volver a casa. ¡Buenas noches!