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Hoy es el cumpleaños de:
Tono
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Fernan |
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Publicado: 23/Feb/2014, 23:57 |
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El humorístico y vago del pueblo. |
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Registrado: 02/Ago/2010, 15:04 Ubicación: Esperándote en la cama.
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Deltaix escribió: dice con voz monótona, como si solo hubiera dicho esa frase desde que nació. Si viene a darme la medicación, que sepa que ha llegado algo tarde –grita [...] Esas pinceladas de humor, sobre todo la segunda que se nota que viene del anime, por lo de grita. Casi siempre que escribes historias siempre usas cosas como que el protagonista ha perdido la memoria o que no está enterado del presente y te aprovechas de eso para introducirnos la situación que hay a la vez que el protagonista se entera de lo que esté pasando, consigues matar dos pájaros de un tiro y queda bien oiga. Todavía faltan bastantes cosas más que tenemos que saber para que las cosas empiecen a encajar así que, ¡sigue pronto!
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JPGS Lokatiko |
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Publicado: 07/Mar/2014, 18:22 |
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The Boy who Shattered Time |
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Registrado: 30/Mar/2010, 17:58 Ubicación: Land of Chocolate and Breeze
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Vuelvo de Italia con una actu para vosotros : D. (Es cortito) Aquel día fue lluvioso; las hojas estrelladas se posaban sobre el suelo mojado, y una suave brisa cambiaba la dirección de la lluvia. Iba a su lado, recorriendo la ciudad, y mirábamos grandes escaparates mientras me resguardaba de la lluvia bajo aquel paraguas que tanto le gustaba a ella. Llevaba el pelo rojizo ondeando con el leve viento, y las pecas de su cara asomaban tímidamente por encima de la bufanda, también roja. Sus guantes de cuero sujetaban su paraguas favorito, estampado con notas musicales, y su largo abrigo se movía dulcemente mientras andaba. Ya habían pasado tres años desde que tuvimos la primera cita en la cafetería que tanto les gustaba a mis padres. Fue entonces, esa noche, cuando conseguí hacerla reír después del trágico día que tuvo, cuando ella me dijo que le encantaría tener un piano de media cola, cuando ella me contó que le hubiera gustado que sus padres la escucharan. Elizabeth tenía como lenguaje la música y su instrumento era la voz. Ella sabía cómo entonar su canción y hacer sentir en quien la escuchaba distintas emociones. Cuando ya sabía entonar los bemoles y sostenidos y supo interpretar la clave de fa, se inició en el arte de tocar el piano. Comenzó con un simple piano de pared que su padre tenía en el sótano, pues no necesitaba uno caro para practicar ni ningún material más a parte de papel y lápiz. Sus finos dedos eran perfectos para usar ese instrumento; parecían los de una muñeca de porcelana cuyas manos tenían ese único fin. Con esas manos prodigiosas y su voz, siempre cantaba y tocaba el piano por las tardes en nuestro piso cuando volvía del trabajo. Sus canciones favoritas siempre fueron lentas y tristes, lo cual producía escalofríos y lágrimas entre su reducido público. Empezó a cantar en el pequeño local en el que trabajaba y poco a poco fue dándose a conocer por toda la ciudad. No tocaba ninguna partitura que no fuera suya, pues todas sin excepción fueron creadas por ella. Su fama llegó a tal punto que la llamaron para empezar a grabar sus canciones en un estudio. —Ya hemos llegado. —¿Esa era la sorpresa? Mike, solo hemos dado una gran vuelta para volver a casa. —Deberás subir para verla. Mejor dicho, creo que te gustaría ir al salón. Subimos los peldaños hacia nuestro apartamento y dejamos los abrigos y bufandas. Elizabeth salió corriendo hacia el salón donde se encontraba el piano de cola negro, rodeado con un gran lazo rosa y que tenía una tarjetita encima en la cual ponía “Feliz Aniversario”. En el atril estaban todas sus partituras recogidas en una sola libreta y no desparramadas por el suelo como ella solía tenerlas. Nada más ver el conjunto de teclas blancas y negras, ella tiró las bolsas al suelo, se sentó en el piano y empezó a tocar y cantar la mejor canción que jamás ha compuesto: “Declive de Eternidad”. El nuevo instrumento sonaba mucho mejor que el viejo piano de pared que usaba antes, o ese tan mugriento que se encontraba en el local donde ella trabajaba. El piano estaba perfectamente afinado. Era el que ella siempre había deseado comprar pero nunca había llegado a tener lo suficiente para permitírselo. Pero ese día ya lo tuvo entre sus manos. Después de dos compases comienza a cantar sobre la última vez que permaneció junto a sus padres, la vez que se despidió de ellos cuando solo tenía quince años, las cosas que le quedaban por acabar y la promesa que le hizo a ellos. Acabó la canción diciendo: “No os preocupéis más por mí, ahora sé que no estoy sola.” Al terminar me miró con los ojos llenos de lágrimas, ya fueran de emoción o tristeza, se levantó del taburete y se acercó a mí para abrazarme. —Es genial Mike, es perfecto. Y pensar que ya han pasado tres años… —Lo sé, Elizabeth. —Nunca podré agradecerte lo que hiciste por mí entonces. Me animaste regalándome tan solo dándome un simple paraguas con el dibujo de unas teclas de piano. Yo estaba destrozada ese día. –susurró. —Ahora no te parecerá tan simple, ¿verdad? —No, ahora es un paraguas especial –levantó la cara y me miró sonriendo, aún con los ojos llorosos–. Es nuestro paraguas.
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Fernan |
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Publicado: 07/Mar/2014, 22:53 |
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El humorístico y vago del pueblo. |
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Registrado: 02/Ago/2010, 15:04 Ubicación: Esperándote en la cama.
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Hay una oración que por más que repito no me gusta como suena: Deltaix escribió: Me animaste regalándome tan solo dándome un simple paraguas con el dibujo de unas teclas de piano. Por una parte, dos verbos con el pronombre de me tan consecutivamente puestos no me pega, y, por otra, que regalar y dar son casi sinónimos. Estás casi diciendo lo mismo dos veces, solo que regalar es dar algo con algún motivo en especial, pero vamos. Al menos así me parece a mí. Por lo demás, hay que ver lo mucho que puede dar de sí una canción cantada junto a un piano lol. Me recuerdas a un alguien en ese aspecto. ¡A ver cuando hay algo más de acción!
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Renaissance |
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Publicado: 07/Mar/2014, 23:36 |
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Registrado: 20/Feb/2010, 16:57
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Dejando a parte las centenas de correcciones que te he hecho, voy a poner aquí las cosas bonitas que así hasta parezco simpático (?). Es mi actualización favorita. Me gusta la sensación que buscas en las palabras, lo decadente que es, cómo plasmas las emociones y la fluidez que ha ganado tu prosa (a pesar de que sigues teniendo fallos en las pausas). Lo que cuentas es también lo más dulce de lo que llevas narrado, y, personalmente, cuando leo, lo que más me hace apreciar una historia son las aristas de los personajes. Que sean capaz de hacerme quererlos, odiarlos, juzgarlos o sentir algo en absoluto cuando vivo la historia con ellos. Aquí lo he hecho, y por eso es el mejor fragmento para mí (y probablemente para casi cualquiera). Sigue.
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JPGS Lokatiko |
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Publicado: 15/Mar/2014, 00:04 |
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The Boy who Shattered Time |
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Registrado: 30/Mar/2010, 17:58 Ubicación: Land of Chocolate and Breeze
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Gracias por los comentarios <3 Al oír la nueva noticia de mi padre, siento una tristeza profunda. Todo a mi alrededor para de moverse y siento como mi corazón se estremece pensando en ella. No puedo aceptar que ya no está, no puedo asimilar que se ha ido, me duele todo el cuerpo nada más pensar en ello. Toda cuanta ilusión tenía ha desaparecido. Duele pensar en no volver a verla, no volver a escucharla, duele pensar que tu ser más querido ha exhalado ya su último aliento. Y duele saber que no has podido hacer nada para impedirlo. Me gustaría pensar que esto no es más que un mero sueño, pero cuanto más vivo en esta ilusión, con más razones creo que todo esto es real. Tan real como la casa destrozada, el abismo entre ciudades, la habitación de mi padre, la pérdida de mi madre y la muerte de Elizabeth. Y todo por un maldito espejo. Me quedo quieto en mi asiento sin mediar palabra y recuerdo las tardes donde solo se oían las partituras tocadas por Elizabeth con el piano de cola. Recuerdo su cabello pelirrojo y las pecas de su cara y su costumbre de cerrar los ojos durante todas las canciones. No queda rastro de su paso por este mundo, como si nunca hubiera existido el piano, el paraguas de teclas o ella misma. Toda música se ha ido con ella, todos los recuerdos e ilusiones y todas las dulces melodías de piano que le gustaba interpretar ya no volverán a ser oídas por los pasillos del edificio. No llegó a cumplir el sueño de tocar en el gran teatro de la capital. Ella solo quería mostrar la música que creó a todas las personas posibles, pero esa intención ya es tan lejana como el sonido de las teclas golpeadas en una tarde otoñal de recuerdos desenterrados. —Mike, sé que te afecta su muerte pero a pesar de estar triste también te noto… tenso. Y tiene razón; siento tristeza, dolor y pena. Pero también siento ira, impotencia y odio. Porque sí, soy el que más lamenta su pérdida, pero una parte de mi está furiosa. Noto algo extraño en todo esto, un detalle que he ignorado. Elizabeth murió, pero… —Ella no tuvo una muerte natural, ¿cierto? —No, no la tuvo. Tanto tu madre como Elizabeth murieron por la misma causa, la Sangre Negra. Es una epidemia que empezó a expandirse el año que te marchaste donde la persona infectada… se queda sin oxígeno. La sangre se torna negra y los glóbulos rojos cambian al mismo color, solo transportan el dióxido de carbono hacia el exterior pero nunca captan el oxígeno. Obviamente, esto no ocurre tal cual, primero la persona sufre mucho cansancio, náuseas y más tarde problemas de respiración. A partir de ahí empiezan a escupir sangre mucho más oscura, casi negra. Unos días más tarde, la persona muere. Es muy contagiosa, lo que no sé es como tú no cogiste la misma enfermedad. Elizabeth empezó a tener los síntomas dos semanas antes y nosotros pensamos que huiste para no contagiarte, pero Elizabeth no opinaba lo mismo. Tengo las manos sudadas, cerradas en puños, y me muerdo las mejillas. No habría huido por esa enfermedad. Además, en dos semanas también yo podría haber sido contagiado sin dificultad. Dormíamos y vivíamos juntos, así que puede que yo ahora mismo tenga esa enfermedad. Pero, ¿por qué no recuerdo nada de la época que Elizabeth estuvo enferma? En realidad me acuerdo de pocas cosas de los últimos días. —¿No había nada para curar esa enfermedad? — No, se descubrió la cura mucho después. Solo han pasado 3 años para ser exactos. El científico que ideó el remedio es quien nos gobierna ahora: Andrew Morgan. Antes del descubrimiento del remedio hubo una época de guerras que destrozaron todo el país de Estados Unidos y la enfermedad llegó a extenderse por todo el mundo. Andrew y el antiguo presidente decidieron junto con más políticos crear una nueva zona lo suficiente grande como para mantener en ella a todas las personas no infectadas que tuvieran la cura. Así, se creó el gran país en el que estamos ahora llamado, “la Grieta”, es el único país existente ahora mismo así que tampoco se complicaron con el nombre. Como habrás visto ya, estamos protegidos por una gran cúpula para que nadie de los que sobrevivieron y viven fuera de la frontera entre. Pero yo entré desde fuera con un solo salto, sin ninguna barrera. —Bueno, te tenía que preguntar otra cosa más –le digo casi en un susurro–: ¿qué son todos estos periódicos? —Verás, Mike… investigo todos los casos de Sangre Negra que aparecen dentro de la Grieta, documentos que Andrew intenta eliminar pero yo puedo conseguir. El porqué de esto es que yo no creo en la inocencia de Andrew, no creo que encontrara la cura por casualidad y tan fácilmente cuando otros investigadores no encontraron siquiera algo similar. Todos los casos son sospechosos y creo que pronto encontraré la conexión que hay entre la gente que muere por la enfermedad y Andrew. Pienso que debería salir a informarme yo mismo, aún me quedan muchos cabos por atar y creo que mi padre no podrá responder a todas mis dudas. —Bueno –digo levantándome de la silla–, creo que debería pasearme por la ciudad para acostumbrarme a mi nueva situación. Volveré pronto para ver cómo te va con los documentos. —¿Ya te vas? Pensé que me acostumbraría a tu gran curiosidad por cualquier cosa que tenías desde pequeño, pero supongo que ahora más que nunca estarás ansioso de ver todo lo nuevo. A ver si descubres algo que te sirva de ayuda para ubicarte por aquí. Me acerco a la puerta y mi padre me retiene, con expresión entre enfadada y apenada. —No has comentado nada de tu madre, ¿no la echas de menos a ella? Me giro serio y dejo que las palabras salgan de mi boca con un temblor en la voz. —Te juro que lo intento –dejando dolorosamente que cada sonido se escape por entre mis labios–. Ojalá pudiese recordarla.
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Chromy |
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Publicado: 15/Mar/2014, 01:20 |
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Registrado: 26/May/2010, 17:40 Ubicación: En el oscurito con Asto Phoenix. 7w7
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Pobre Mike, le comprendo mucho, ese sentimiento de que ya no volveras a poder hablar con esa persona, ni a verla, ni nada, es muy triste D: Lo de la Sangre Negra da mucho repelus de tan solo pensarlo, y es muy raro eso de que a el no le haya llegado a infectar, cuando Elizabeth la pillo antes de que desapareciera o3o Me dejaste mucha intriga con lo de los periódicos, ¿para que quera Andrew librarse de esos documentos? o3o A parte el final también me ha dejado muy intrigada, no puede recordar a su madre y no sabe nada de ello. Sigue cuando puedas, esta interesante :3 Ciao ~
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¡¿Quién se fuma la pipa?!
¡Beatrice la brujita!
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JPGS Lokatiko |
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Publicado: 06/Abr/2014, 17:32 |
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The Boy who Shattered Time |
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Registrado: 30/Mar/2010, 17:58 Ubicación: Land of Chocolate and Breeze
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Gracias por el comentario c: Me dirijo a una biblioteca cerca de la Plaza de la Libertad, orientándome como puedo con un mapa que me dio mi padre antes de irme entre lágrimas. En él se describe un gran círculo, repleto de líneas rectas entre las que se dibujan cuatro nuevas circunferencias, una de ellas mayor que las demás. Se trata de las cuatro plazas, de un tamaño tal que cuesta ver sus respectivos finales desde el perímetro que cada una de ellas dibuja circularmente entorno a sí misma. La biblioteca nacional es un edificio cúbico y gris, con pocas ventanas en sus paredes y varios pisos, que cuentan con tantas estanterías que estas cubren el total de las plantas. Está repleto de gente pero solo se oye el sonido de las páginas al moverse, el repiqueteo de los pasos con el suelo de madera y los murmullos casi inaudibles. Hay varias mesas repartidas por todas las zonas, con lámparas colocadas encima, y todas ellas se encuentran ocupadas. Entro en la hemeroteca, donde para mi sorpresa hay más gente de la que esperaba ver, y decido buscar algo de mi época, pero, como ya suponía, no hay nada. La zona está bastante incompleta, pues solo hay artículos con una antigüedad de diez años y medio como mucho. No hay rastro del pasado que pueda encontrarse aquí. Cojo la portada más vieja, en la que pone: “Andrew Morgan, el Salvador”. El periódico, a pesar de ser reciente, tiene partes donde la tinta es ilegible e incluso se puede ver que algunas páginas han sido arrancadas. Vuelvo a leer la primera página donde se cuentan cosas sobre Andrew Morgan y cómo encontró la cura para la Sangre Negra. En realidad no da muchos detalles, solo aclara que lleva un proceso muy costoso y por eso hacerse con el remedio es muy caro. Después de ver lo que cuesta, me pregunto cómo mi padre consiguió suficiente dinero para poder permitírselo. Dejo ese periódico y busco más pero todos hablan de lo mismo: Andrew Morgan, subida y bajada del precio de la Cura, casos de desaparición o infecciones. De alguna forma no se explica nada sobre el pasado de esta “ciudad”. Querría saber algo de cómo se llegó a esta situación o por qué la ciudad tiene un gran abismo alrededor pero no hay nada que no haya leído ya. Cuando decido irme, un hombre trajeado con una larga barba se acerca a mí. Parece que trabaja aquí. —Perdone, no he podido evitar fijarme en su expresión de decepción al ver los artículos de nuestra hemeroteca, ¿buscaba algún acontecimiento en especial? —No, solo quería saber si teníais algunos documentos de hace más de diez años. —Señor, debería saber que después de la formación de la Grieta se borró toda información anterior a ese momento a petición del Gobierno, más concretamente de nuestro presidente Andrew Morgan. Maldigo por lo bajo, eso solo me hace tener más dudas. ¿Por qué se formó la Grieta? ¿Por qué se borró toda la información? Mis preguntas siempre me llevan hacia la misma persona. —¿Está seguro de que no queda nada? ¿Qué hay de Internet? El hombre niega con la cabeza y noto una ligero rastro de pena en su rostro. Gira la cabeza hacia la estantería y responde: —Absolutamente nada. No le creo. No puedo creerle. —¿Hay alguna biografía de Andrew Morgan en esta biblioteca? El hombre con cara de asombro, ya sea por la petición o por dudar de tal cosa, me indica que le siga y subimos varios pisos hasta que llegamos a unas estanterías dedicadas solo al presidente. Al llegar, me indica un par de libros que podrían interesarme y se despide cordialmente. En las portadas de casi todos los libros sale un retrato de Andrew, en otras simplemente pone su nombre y alguna frase como “El Hombre Ejemplar” o también “El Descubridor Pródigo”. Sin embargo, ningún libro habla sobre su pasado, lo que se dice en los libros es más o menos actual. Eso no me ayuda. De repente oigo un sonido sordo y fuerte que hace que toda la gente se levante y salga rápidamente del edificio. Se oye otra vez y sé que ese sonido ha sido un disparo de pistola. Voy corriendo a la plaza donde el tumulto de gente no está en movimiento, sino que está quieta mirando hacia el centro. En él hay una gran torre rodeada de estatuas de ángeles con frases escritas en latín. Me acerco más y veo unos guardias con cascos, porras y uniformes blancos rodeando a varias personas que están de rodillas en el suelo y con esposas en las muñecas. Uno de ellos lleva una pistola y tiene a sus pies dos personas inmóviles y rodeadas de un charco de sangre. Él fue quien disparó. La gente mira horrorizada, algunas personas parece que estuvieran viendo una escena cotidiana de sus vidas, acostumbradas a esta situación. El agente prepara la pistola para el tercer tiro y otra persona cae al suelo inerte. Un susurro se propaga por la multitud pero aun así, nadie reacciona. Va a disparar el cuarto tiro cuando decido interferir, pero una mujer morena de pelo liso y largo, vestida totalmente de negro, se adelanta. —¡Eh, sangre azul! ¿Qué se siente al tener una pistola en la mano y matar a la gente que solo quiere ayudar? El agente sin vacilar le apunta con la pistola y le dispara. Sin embargo me sorprende escuchar dos disparos a la vez seguido de un golpe fuerte contra el suelo. Comienza el caos, la gente empieza a correr en todas direcciones y a gritar; algunos como yo y los prisioneros se quedan en el sitio. La mujer sigue de pie, firme. El que ha caído al suelo no ha sido otro que el agente cuyo uniforme se ha teñido de rojo. La mujer se acerca con la pistola en la mano y le acompaña otro grupo de ocho personas, todas vestidas de negro. Los guardias empiezan un tiroteo con el otro grupo armado, lo que hace que las persones griten más, se tiren al suelo o se escondan. Yo sigo inmóvil, aunque ahora soy el único. A los guardias les tiembla el pulso, y hace que fallen todos los disparos. Las personas de negro se acercan despacio y van disparando y no desperdician ni un tiro, aunque siempre apuntan a las extremidades para herirlos, no matarlos. Con todos los guardias impotentes, liberan a las personas que estaban tiradas en el suelo. Unos cuantos de ellos abrazan a los que han muerto con lágrimas en los ojos y oigo a alguien gritar que se acercan más agentes. Se levantan todos, se llevan con ellos a los caídos y corren hacia mi dirección. Todos pasan por mi lado menos la mujer de pelo liso que se para en frente de mí, analizándome. De cerca se le ve mucho más atractiva y joven y veo en el cuello de su chaqueta un símbolo que no puedo distinguir bien. Con una sonrisa ladeada me dice: —Al fin has llegado. Si te ven los guardias te detendrán, así que no te quedes mucho tiempo aquí. —¿Quién…? —Sarah. Ponte esto. Me da el colgante de una jaula plateada, cierra mi mano con la suya y sale corriendo por donde sus compañeros se fueron. —Volveremos a vernos, Mike –grita sonriendo–. Te encontraremos antes de que descubran nada, lo prometo. Miro el puño que guarda el colgante y permanezco inmóvil. Estoy mucho más confuso que antes.
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Última edición por JPGS Lokatiko el 07/Abr/2014, 16:54, editado 1 vez en total
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Ekkoro. |
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Publicado: 06/Abr/2014, 23:28 |
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Registrado: 28/Oct/2011, 15:27 Ubicación: Daybreak Town
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He leido todo hasta ahora y he de decir, que ha sido una lectura de mucho nivel. El protagonista que, confuso, busca la verdad. No se si esto será cliché o premonición pero, a no ser de un giro argumental, se va a unir a la resistencia. El (hasta el momento) antagonista, el presidente, se le empiezas a disipar las nieblas, buena persona que quiere salvar el mundo: si claro, y está casado con una mofeta, no te jiba (?) Lo que más me intriga es la Sangre Negra, ¿qué la produce?, ¿es una tapadera del "querido" presi?, ¿por qué no le afecta al protagonista?...
Ojalá sea que el presi envenenó a la gente solo para subir el poder, sería un cliché muy kefkano.
Chao y sigue :3
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