Joder, vale vale ya actualizo, no comentéis tanto.
Fuego
- Ni yo me salvo, tío.
La sala circular estaba vacía, salvo por Ángel y por mí.
- Está pendiente, el muy capullo, de que todos vayamos a por esos "4 elementos", y hoy que llevo una especial flojera... - Ángel bostezó.
- Ya, claro, pero no notó la ausencia de Cexo, ¿verdad?
- Se lo conté, pero es muy delicado y no quiere perder el tiempo para salvar un "súbdito mediocre".
- Qué asco da.
- Es X, obviamente da asco.
- Me preocupa su tardanza... en tres días.
Me encontraba en Pueblo A derrotando critaturas gigantes Akuma. El pueblo estaba totalmente destrozado, con gente alterada.
- ¡Tú! - Me gritó alguien.
Me giré, V estaba allí, sujetando a una rubia chica por el cuello con su brazo.
La chica intentaba escapar. Llevaba sudadera y pantalones negros, nuestro atuendo.
- ¡Esta es de las tuyas! ¿La mato?
- Vale, plasta, no la conozco. - Contesté secamente.
- Allá tú, mataré a esta perra. Está tan asfixiada que no puede ni teletransportarse.
- Vale, chao. - Desaparecí en un portal.
- ¡Argh!
- Me encontraba rodeado de un aura oscura, detrás de V, sujetándole por el cuello con un brazo.
- ¡Dios! ¡Ahora sientes lo mismo que la rubia! ¡Seguro que te pones en su lugar!
- Buena manera de utilizar los portales... - Gruñó V. - Bien, si la suelto me sueltas.
- ¡Ni hablar! - Invoqué con mi brazo derecho un abanico, y lo lancé contra su cuello mientras lo sujetaba con el brazo izquierdo.
Le rocé el cuello, y desapareció V en un portal rojo.
Escapó...
La chica rubia cayó al suelo y tosió fuertemente. Abrió sus ojos, eran verdes.
- Gra... - Tosió - Gracias...
- No hay problema... - Detecté un camino abierto entre edificios, hecho una ruina.
- ¡A una amiga también... - Tos - ... la atacaron!
- ¿Cuál?
- Yuzu, ¿la conoces?
- ¿Donde está?
- Por ese camino... - Señaló el camino creado entre edificios. - ¡Voy yo también, que estoy capacitada!
Ni bien terminó la frase, ya corría en camino.
...
Llegamos a una parte totalmente ocupada por polvo.
- No veo nada... - Esta vez el que tosía era yo.
- ¡Ahí hay cenizas! - Señaló la chica.
- Ah... ¿y qué quieres, barbacoa o algo?
- ¡Uno de los cuatro elementos!
- No lo haces mal para ser rubia...
Vi una silueta desde atrás. Una capucha negra, invoqué el abanico y lo lancé hacia su cuello.
Una mano agarró el abanico, sin coger la cuchilla. El abanico se convirtió en cenizas.
Volví a invocarlo.
- ¿Quién anda ahí?
Se gira frente a mí. Una mujer más o menos alta. Pelo castaño, ojos rojos...
- Anda...
- ¿Tienes a Yuzu? - Pregunté tontamente.
- Si te refieres a algún X, todos han sido encarcelados... por mí...
La chica se acerca a mí. Me pongo a la defensiva, pero no retrocedo. Ella me pone la mano suavemente en el hombro.
- ¿Quieres ir con ella?
- No... - Contesté... - Quiero ir hacia ella.
- ¿Y si te digo que no puedes?
- Si creo, puedo.
- ¿Y esa frase? - La chica me pone su otra mano en mi otro hombro. - Vas a ir a la cárcel de F, quieras o no...
Las manos de F se envolvieron en llamas. Empecé a sentir un escozor terrible en los hombros. Se me quemaba la túnica.
Quise salir corriendo, pero no pude. No podía moverme.
No puedes... mi fuego ya está dentro de tí. En tus venas, de modo que no puedes moverte...
F recibió un golpe en el estómago.
No pude girarme para ver quién había producido el ataque. Perdí la fuerza en mi cuerpo, ya no solo podía moverme. Ni siquiera podía sostenerme. Caí al suelo, boca abajo.
Oí golpes, quemaduras, golpes, quemaduras... algún que otro quejido. Todo cesó.
Boca abajo, solo pude ver que unos pies se pusieron delante mío. Y que alguien me agarraba el cuello.
- ¿Estás bien? Le causé el suficiente daño y se retiró.
Era la voz de la chica rubia. Intenté decirle algo, pero no podía ni articular una palabra.
Me levantó la cabeza y me miró.
- ¿Estás consciente?
Moví mis ojos verticalmente, era lo único que era capaz de mover.
Lo habrá interpretado como un sí. Me levantó sobre su hombro, y me llevaba lo que podía. Yo arrastraba mis pies por el suelo.
- Al final una rubia no es tan inútil. - Aprovechó para molestarme. - No te dije mi nombre, es Jenna... Estás muy caliente, fue ella, ¿verdad? Fuego en tus venas... puede ser malo. Rescataré a los demás y te llevaré a la sala.
"No, tonta, llévame ahora y vuelve después". Hice todo el esfuerzo posible por hablar, pero no era capaz.
Un largo rato después, ví un círculo de fuego que se iba cerrando lentamente, Muchos X, incluída Yuzu, estaban amontonados en el centro.
- ¡Oh, no! - Jenna me dejó en el suelo, boca arriba. - ¡Aguantad! ¡Voy a salvaros!
Pasaron minutos, yo solo podía observar el cielo.
- ¡A, ven aquí! ¡Unos listos intentan escapar! Yo tengo otra cosa que hacer...
F me miró malévolamente desde arriba.
...
"No, tonta, llévame ahora y vuelve después"
Al fin y al cabo era rubia...
Me encontraba siendo cargado sobre el hombro de F. Solo podía ver sus pies, caminando...
De repente, me tiró al suelo, dejándome mirando boca arriba. Lo máximo que pude mirar es que estábamos en un callejón estrecho.
Intenté autoconsolarme... la única forma de no sufrir una violación es cediendo.
Se colocó sobre mí, y puso su mano derecha sobre mi corazón. Me palpitaba muy rápidamente por el miedo.
- Lo que te inmoviliza es un fuego inofensivo, que no quema... me gustá matar a mis presas lentamente.
Como todos, siempre haciendo sufrir a sus víctimas.
- Podría quemarte directamente el corazón.
F puso su mano izquierda en mi cara, tapándola.
- O el cerebro... ¿qué elijes? Ah no, no puedes hablar. ¿Te parece bien que decida yo por tí? Te quemaré los ojos, la lengua, la boca... hasta alcanzar tu cerebro, y morirás poco a poco. Sufriendo, claro está.
Puso su mano derecha también sobre mi cara, presionando.
Quería gritar de dolor, pero no podía. Me estaba quemando toda la cara.
- Ahora es solo escozor... en seguida empezarás a quemarte de verdad.
Sonó un ruido de cuchillas. Y noté un gran peso sobre mí, y a la vez alivio. Tenía las manos de F en mi cara, pero no me quemaban. También notaba el resto del cuerpo de F encima de mí.
- ¡Quítate, puta! - Alguien le dió una patada y la apartó. - ¡No voy a dejar que una mujer te ataque, aunque seas masoca!
Era Ángel.
Se oían toses.
- ¡Eh, puta de fuego! ¿Te han gustado mis garras "dentro de tu corazón"?
- Volveré.
Se oyó un portal.
- Se fué. - Dijo Ángel. - Te voy a llevar a la sala.
Por fin palabras sabias. Me llevó a la sala, X me atendió, y dijo que eso se pasaba con el tiempo, así que me llevaron a la cama para reposar.
Al día siguiente, ya estaba capacitado. Podía volver a moverme y a hablar con total normalidad.
- Está bien. - Dijo X.- Si ya estás recuperado, puedes volver a defender Pueblo A de los Akuma.
- No.
- ¿Disculpa?
- No, no puedo.
- ¿Por qué no puedes?
- Porque... tengo un amigo al que salvar.