Gracias:3
Bueno, pues incluyo a una chica, ya que kiki está baneada.

CAPÍTULO 1
Una luz blanca y luminosa llenó el parque, y de detrás de los matorrales apareció una puerta de madera con dos enormes pomos. Acerqué mi mano con gran curiosidad dispuesta a abrirlo, pero mi hermano me apartó el brazo y negó rotundamente con la cabeza, como si lo que acababa de hacer fuera algo intolerante.
-Cielo, -me cogió en brazos,- aún no puedes visitar ese precioso lugar. Necesitas tener al menos catorce años.
Miré hacia abajo, y luego volví a mirarle con mis grandes ojos marrones llenos de lágrimas.
-¿Por qu-qué? -Tartamudeé.-
-Ya lo descubrirás, todo a su tiempo. El día 4 de Noviembre de 2012 podrás visitar ese lugar. Te dejaré una carta para que lo recuerdes, ¿vale?
-Vale. -Dije con una leve sonrisa.-
***
¡Al fin! 4 de Noviembre de 2012. Me levanté muy temprano, ansiosa. Iba a estudiar en un nuevo instituto, y estaba impaciente por saber qué había en aquel lugar que aparentaba ser maravilloso.
Salí a ver el buzón, con esperanzas de que hubiera cartas.
-Publicidad, publicidad...-Murmuraba.- ¡Aquí!
Abrí el sobre, y comencé a leerlo para mí.
Para mi querida hermanita, Natalie.
¡Hola, cielo! Seguramente ya estarás tan grande como yo cuando te llevaba al parque, ¿recuerdas? Sé que aún no olvidaste aquel día, ¡siempre has sido muy atenta! Espero que no hayas cambiado, muñeca.
No te llevé a aquel lugar por unas normas de ángeles. Ese lugar es mágico, maravilloso como te habrás podido imaginar, ¿verdad? Allí residen ángeles adolescentes, como eres tú ahora mismo.
Si no recuerdas dónde es, es en el lugar donde menos personas pasan, en los matorrales.
Espero poder ir a veros algún día, y sobre todo estar contigo un rato en ese lugar mágico que solo nosotros conocemos.
Se despide, tu hermano Dave.
Doblé la carta y me la metí en el bolsillo. Fui a pie hasta el parque. Hacía tanto tiempo que no lo visitaba, que incluso me sentía insegura por lo que me podría encontrar cuando llegara. Una vez allí, fui hacia donde estaban los matorrales: Nada había cambiado. Nadie transitaba por ese lugar.
Miré hacia los lados y aparté los matorrales. La misma luz blanca apareció, dándome de lleno.
Tras aquella luz blanca ligeramente molesta, la misma puerta de hace unos años surgió. Estiré el brazo para abrirla.