CAPÍTULO 7
Una vez que puse el pie minuciosamente en el suelo tras haber llegado a la Tierra, a Ángel y a mi nos sonó el teléfono casi al unísono. Cogimos nuestros respectivos móviles, tan rápido como podíamos.
-¿¡Pero dónde estáis!? ¡Maikel, Yuzu y yo no os encontramos! Sabemos que estáis en el parque, gracias al nuestros móviles hemos podido localizaros, ¡pero no sabemos donde! Y, según este cacharro, ¡estáis muy cerca nuestra! ¡No os veo! ¿Natalie? ¡Natalie!
Tragué saliva. Me giré para ver a Ángel, y éste tenía la misma cara de asombro y confusión.
-Esto...Aitana...Ahora vamos. -Dije mientras colgaba, aliviada.
-¿¡Qué hacemos ahora!? ¡Esto es muy serio!
-¡Lo sé! ¡Lo primero es calmarnos!
-¡Ah, tengo una idea! -Exclamó, sorprendido.
-Por favor, que sea buena...-Murmuraba mientras cruzaba los dedos.
-Podemos borrarle la memoria al alcalde de aquí y que se olvide de la intolerancia que tiene hacia los "no-ángeles."
Le miré fijamente, esperando una respuesta. El se encogió de hombros.
-¿Qué? -Dijo, seguro de que su idea era buena.
-Dejemos eso a parte. Un momento...-Cogí mi teléfono y tecleé el número de Sol.
-¿A quién llamas? -Preguntó, intrigado.
-A Sol. Puede que tenga una solución para esto. -Dije, con el teléfono aún en la oreja.
-¿¡Estás loca!? -Ángel me tiró el teléfono al suelo.
-¡Es de confiar!
-¿¡Y qué!? ¡A estas alturas no se puede arriesgar así!
-Puedo ayudaros.
Nos giramos, y vimos a Fay y a Sol.
-Veréis, pronto va a haber una reunión bastante importante mañana aquí. -Dijo Fay.
-Estaría bien que comentarais lo que os traéis entre manos. -Continuó Sol.- Mucha suerte.
-Llevamos bastante tiempo luchando contra eso, así que estaría bien que nos pusierais voz a muchas personas como nosotros. Sería un lugar mucho mejor. -Dijo Fay, con tono triste.- Habrá una parte de la reunión para escuchar al pueblo. Podéis aprovechar para intervenir con ese tema. Os repito que estaría bien, pero os lo dejo a vuestra elección.
-Ahora, debéis ser bastante cuidadosos con vuestro vocabulario: El alcalde es una persona muy exclusiva.

CAPÍTULO 8-ÚLTIMO CAPÍTULO
Las dos chicas se fueron sin comentar nada más. Ángel y yo nos miramos: Teníamos claro lo que debíamos hacer o simplemente intentar. Solo faltaban unas horas para la reunión donde nosotros deseábamos intervenir, por tanto, si queremos conseguirlo debemos ponernos manos a la obra de inmediato.
-¿Por dónde empezamos? -Dijo Ángel.
-Escribiremos lo que debemos decir, así será mucho más práctico.
-¿Habrá que estudiarlo? -Dijo, escapando un suspiro de cansancio.
-No, simplemente para hacernos una idea para lo que debemos decir.
-Menos mal.
-No es momento para bromas.
-No era una broma, si había que estudiar adiós muy buenas. -Antes de que pudiera contestarle con algo borde, sacó un folio y un bolígrafo negro y me lo dio.- Comienza.
-¿Realmente quieres escribir tu algo?
-¿Puedo no escribir nada?
-Va a ser mejor.
Al cabo de unos minutos, al finalizar la carta, se la leí a Ángel.
Mi propuesta sería que no se hiciera distinción entre los que son ángeles y los que no. Seríamos mucho más felices, compartiendo la vida con otras personas de fuera, conociendo sus costumbres y visitando "su mundo". Formaríamos una gran comunidad de diversas costumbres y culturas sin distinciones, para simplificar, sin racismo alguno.
-Está bien. ¿Pero tu crees que colará?
-Espero que sí. Sería un gran paso para este sitio.
***
Al día siguiente, en la reunión, pudimos observar como millones de ángeles, agrupados en un mismo lugar, esperaban ansiosos la llegada de su alcalde. Los ojos de algunos brillaban, posiblemente deseosos de hacer una propuesta, y, sobre todo, que fuera aceptada. Algunos lo esperaban con más nerviosismo, puesto que, según me pudo comunicar Sol una vez, el alcalde es ligeramente desagradable. Una vez que el alcalde se puso de pie en el escenario tras minutos de espera, comenzó a hablar.
-Buenos días, damas y caballeros. Nuestra comunidad ha crecido mucho, de lo que me siento orgulloso. Si tenéis una sugerencia o propuesta, que de un paso a delante. Los que no, retrasen un paso.
La multitud entera dio un paso atrás, inseguros. Solo nos quedamos Ángel y yo.
-Vale, jóvenes, ¿qué sugerencia nos traéis?
-Antes de nada, buenos días. -Dije.- Nuestra sugerencia sería dejar de ser intolerantes hacia los humanos, y dejar que ellos puedan visitarnos y saber todas nuestras costumbres y culturas, y nosotros conocer las suyas. Pienso que formaríamos una gran comunidad de variadas y preciosas y distintas costumbres, sin distinción entre unos y otros.
-Quien esté de acuerdo, es libre de dar un paso adelante.
La multitud cruzó miradas seguras, y otras no tanto. Todos dieron un paso adelante. El alcalde, sorprendido, antes de retirarse, dijo:
-Se aprueba la sugerencia.
Y así fue, como todos conseguimos juntarnos en un maravilloso mundo.
FIN