The Hourglass
Aquel día, por primera vez
Desperté con sudor en el cuello, algo agonizado. Pasaron unos segundos hasta que la agonía se fue, y apagué el despertador.
Olvidando esa sensación, estaba radiante de alegría, porque ya era mi último día de clase.
Pasé por el espejo y vi mi propio reflejo.
Bajo mis ojos avellana tenía unas pequeñas ojeras, como casi todos los días. Mi castaño pelo estaba totalmente despeinado, una cosa más que hacer antes de bajar a desayunar, peinarme.
Por cierto, ¡se me olvidó decir mi nombre! Me llamo Diego.
Ya estaba a la puerta de mi casa, me sentía muy ligero, puesto que el último día no había que llevar la mochila a clase.
Pasadas unas calles, llegué a un cruce, y ahí estaba, apoyado en la pared.
Un chico de mi edad, alto y con un pelo rojizo hasta el cuello, estaba sujetando un móvil con la mano derecha, el cual tenía unos auriculares enchufados, por los que él escuchaba música.
Antes de que le dijera nada, me miró con sus casi blancos ojos, mientras se guardaba el móvil en el bolsillo.
- Pensé que nunca vendrías.- Aquel chico me esbozó una malévola sonrisa.
Se llamaba Ángel, era mi mejor amigo desde hace años, y, como todos los días, me esperaba en aquel cruce para bajar juntos.
- ¡Por fin se acaba el instituto! Los últimos días se hacen eternos... ¡Por fin vacaciones! Aunque te echaré de menos - Esta última frase la dijo con una falsa voz sentimental.
- El amor no es mutuo... - Dije macabramente mientras cruzaba la primera calle.
- Como es la fiesta de fin de curso, ¡hay comida gratis! Y nos podremos ir cuando queramos...
- Eso está muy bien.
- ¿Y si nos quedamos los últimos y nos lo terminamos todo? ¡El profesorado invita! Ja, ja, ja...
- Te veo muy contento - Sonreí.
- ¡Es el último día! Tu también deberías estarlo.
- Lo estoy.
- No lo parece.
Charlando y riendo, acabamos llegando al instituto.
Dentro había bastante revuelo, y sin preocuparme por los demás, empecé a apartar la gente mientras Ángel iba detrás de mí por los huecos que hacía. Finalmente llegamos al piso superior, que estaba más vacío.
Cerca de las taquillas había una chica algo bajita sobre la pared observando con sus marrones ojos cómo pasaba la gente. Tenia el pelo corto y castaño claro.
- ¿Qué haces ahí? - Ángel, con mucha soltura, se acercó a ella.
- Nada, realmente. - La chica se incorporó.
Su nombre era Ilyasviel, aunque todos la llamábamos Ilya, era muy amiga de Ángel. Y yo la conocía gracias a éste, aunque tampoco era muy amiga mía.
Me acerqué a ellos.
- ¿Dónde va a ser la comida? - Preguntó Ilya a Ángel.
- ¡Ni idea! Pero Diego ya me guiará...
- ¿Desde cuándo tengo que saber yo dónde está? - Miré a Ángel con ojos extrañados.
- ¿No lo sabes? ¡Tendrías que saberlo!
- ¿Y por qué yo?
- No discutáis. - Ilya rió - Seguro que es en el hall, y si no, seguiremos a alguien.
- Voy al servicio. - Tras decir esto, crucé el pasillo y me dirigí a los baños.
Al salir, observé el otro lado del pasillo, Ángel e Ilya ya no estaban, ¿tanto les costaría esperarme?
Acto seguido, alguien se puso a mi lado observándome con un rosto algo diabólico. Era una chica de mi edad (aunque no lo pareciese) de otra clase, siempre me dio mal rollo. Tenía un largo cabello pelirrojo que le llegaba hasta su cintura. Me observaba con sus ojos carmesí.
- ¿A quién buscas? - Me hablaba infantil y despreocupadamente.
Ya me había acosado en otras ocasiones, pero no era el único. Le gustaba hablar con la gente aunque no la conociese.
- A nadie, no importa...
Me dirigí a bajar al hall.
- Buscas a tus amigos, ¿verdad?
Me detuve y la observé con extrañeza.
- ¡Pues vas en la dirección correcta!
- ¿Y tú como sabes dónde están?
- Casualidad. - Dijo de forma despreocupada. - Por cierto, nunca supe tu nombre.
¿Por qué estaría tan empeñada conmigo?
- Diego - Respondí con desdén.
- ¡Yo me llamo Yuzuki! Aunque mis amigos me llaman Yuzu, o eso harían si los tuviese. - Sonrió.
- Eso está bien. - Esa chica me daba miedo.
Esta vez bajé al hall sin que me interrumpiese. Ángel estaba a lo lejos, y levantó la mano para marcar su posición. Ya estaban sirviendo la comida.
Me acerqué a Ángel, estaba devorando los gusanitos.
- ¡Aprovecha, es gratis!
- ¿Dónde ha ido tu querida Ilya?
- No lo sé. - Ángel me miró algo enfadado, y volvió a atacar los gusanitos.
- ¡Oh, mira, traen una tarta!
- ¡Tarta! - Ángel la miró ilusionado.
Algunos niños de cursos más bajos se acercaban a la tarta contentos.
- Aún no la podéis comer, parad. - El profesor que la llevaba alejaba a los niños de ella.
Entre aquellos niños estaba Yuzu, no pude evitar soltar una carcajada.
- Ya he visto a Ilya - Ángel señaló a un lugar cercano a la mesa con la comida, efectivamente, ahí se encontraba. - Está sola.
- Ve a ligártela. - Le dije a Ángel, mofándome de él.
- Cabrón. - Ángel se quedó conmigo, seguro que fue por lo que le dije.
Para alejarnos del ajetreo, nos fuimos a una de las esquinas del hall, y estuvimos leyendo uno de los pocos carteles que quedaban.
Pasado un tiempo, volvimos al ajetreo.
Aunque en ese momento, pasaron varias cosas a la vez.
La gente salió corriendo hacia distintas direcciones, gritando.
Un profesor salió corriendo a uno de los pasillos gritando "APARTAOS, APARTAOS, VOY POR UN EXTINTOR".
Ángel emitió un grito ahogado y se derrumbó en el suelo.
Mareado, logré echar un vistazo a la situación.
Había algo de fuego en la mesa, pero, lo peor: Alguien se estaba quemando.
Di unos pasos hacia delante para ver de quién se trataba, e inmediatamente, empecé a sudar y a marearme.
Era... Ilya.