Antes de nada, agradecerte que estes perdiendo unos minutos de tu tiempo leyendo esta historia. Llevo tiempo preparando este relato, unas cuantas semanas, y es mi primer relato original, asi que tampoco va a ser perfecto. Gracias de antemano.
¿Te acordarás de mí?
Era un día húmedo, de los que no llueve pero amenaza con hacerlo en cualquier momento. A Natalia no le disgustaban, pero se veía que tampoco le gustaban mucho.
Aquella tarde estaba triste, y no sabía por que. Tenía el extraño presentimiento de que algo malo podía pasarle en cualquier momento, y no podía saber qué era. Solo sabía que ese peso en el corazón no podía irse de ninguna de las maneras.
Salió a la calle a distraerse un poco, pero no encontró nada interesante que poder hacer. Al fin y al cabo, para una persona tan filosófica como ella era muy difíl que su alma se llenara con simples y meros caprichos terrenales. Se sentó en un banco del paseo marino, estirando sus piernas, cruzándolas a la altura de los tobillos y deshizo su larga coleta soltando su pelo rubio hasta la altura de los omoplatos
Lo único que la hacía mínimante feliz era poder quedarse embelesada mirando la línea azul que recortaba el larguísimo océano a lo largo del anaranjado cielo que cubría su ciudad natal, ciudad que la había visto nacer y crecer.
Su móvil sonaba, y sintiéndose enfadada porque el politono de Aerosmith la había sacado de su estado de nirvana, quiso no cogerlo, y arrojarlo al fondo del mar, porque quizás algún pez o molusco disfrutaría con el dichoso aparatito mas que ella. En lugar de eso, lo cogió, y se sintió un poco más alegre al ver quién llamaba
-¿Sí?
-Natalia, ¿eres tú?
Al otro lado del móvil resonó la voz de Ángel. Quería verla.
-Estoy en el Paseo, ya sabes tu cual.
-OK, en 15 minutos estoy presente
-Te espero donde el bar de Álvaro
Piiiiiii..... Ángel había cortado. Natalia, no sabía que hacer, como actuar, que decir... llevaba enamorada de su mejor amigo desde que tenía memoria, y temía no ser correspondida.
Cuando lo vió llegar a lo lejos, le pareció que estaba más guapo que nunca. Sus vaqueros cortos y deshilachados, su camiseta, su aire desgarbado... tenían un aura que enamoraba a los angelitos.
De repente, Natalia se sintió afortunada. Todo el mundo volvia la cabeza para mirar dos veces a su amigo, y este había ido hasta allí solo para verla a ella.
-¡Hola!
-¡Natalia! que guapa estas hoy
-No seas zalamero, todos sabemos que solo lo dices para alegrarme el dia
-¿Y si de verdad lo pensara?
Natalia no supo que tenía que decir llegada esa situación, en los libros de filosofía no decia nada sobre como responder cuando alguien te hacía un cumplido.
Cuando se hubo roto el hielo de esa incómoda situación, dieron un paseo por la playa, como solían hacer cuando eran pequeños. Rememorando aquellos juegos infantiles, se sintieron jóvenes otra vez, a pesar de que ninguno de los dos era mayor de veintiocho años
-Verás Natalia- Se atrevió a decirle Ángel -Yo te he traído aquí porque quiero que sepas algo-
-Habla sin rodeos
-Para mí siempre has sido una figura muy especial, una pieza de mi puzzle. No se como decir esto, pero
yo creo que... me he enamorado de ti. Solo se que yo quiero estar junto a ti.
-Ángel, a mi también me has gustado siempre, yo no se que haría si no pudiese estar contigo.
La distancia entre sus cuerpos se fue acortando, y terminó ocurriendo aquello que era inevitable.
Antes de que terminase el día ya caminaban juntos de la mano, viendo la ciudad mucho más bonita de lo que antes era, pues la veían con ojos de enamorados.
~
Continuo mañana, que ahora me tengo que ir
Gracias por haber perdido una pequeña parte de tu tiempo leyendo el relato