Ira - Lidania Minnelli
La gente reconocía a esta bella mujer como una de las mejores directoras de cine en Italia jamás vista, había grabado varias películas a lo largo de su vida, con miles de temas y tramas muy variadas. En todo lo que había participado los espectadores lo consideraban bastante impresionante, según ellos, sus distintas historias eran originales, llenando de intriga en muchas partes de ellas y dejando con ganas de tener una continuación. Solo tenía un pequeño problema, y era su carácter. A la mínima que alguien cometía cualquier fallo era lo suficiente como para enfadar mucho a Lidania. Esto hizo que sus compañeros empezaran a detestarla, pero a ella no le era importante, lo único que quería hacer bien era su trabajo, le daba igual que el resto no estuviera de acuerdo con su estilo.
Tiempo más tarde, un joven talentoso en todos los sentidos decidió ser también director de cine, se gano a muchas personas y empezó a tener varios fanáticos, pues sus películas eran muy imaginativas, aquel chico llego a reconocerse, y esto no le hizo ninguna gracia a Lidania, ella sabía que si se había ganado a todos sus espectadores era porque siempre iba con una sonrisa falsa, intentando mentir con sus pensamientos verdaderos, además de que, si su popularidad seguía aumentando, al final todos terminarían olvidándola.
Su mal humor puede que también viniera por sus problemas familiares, los cuales durante variados meses habían pasado por discusiones bastante graves que podían ser causas de rupturas. Estas innumerables escenas le provocaban muchas depresiones y angustias, pues ella lo que más le pone nerviosa es ver que algo le está saliendo mal, que este fallando en lo que se propone y que no pueda conseguir arreglarlo en ningún momento. Lidania era una chica que si se pensaba en hacer algo, lo tenía que conseguir aunque le costara en grandes cantidades, a pesar de los grandes muros contra los que podría chocar si estos no se llegaban a esquivar justo a tiempo.
Varios meses después la fama de Lidania fue cayendo en picado, mientras que la de su competencia iba aumentando, llegando esta última a convertirse en la más reconocida por muchos, y superándola por ese motivo. Casi nadie veía ya sus grabaciones y por ello sus ingresos iban desvaneciéndose, como la nieve cuando llegaba la primavera. La joven acabo entrando en una gran tristeza, juntada también con su actitud neurótica, lo cual hizo que empezara a dirigir películas más pobres, al igual de que cada vez iba comportándose aun peor con sus compañeros. Empezó a pensar que sus trabajos no se consideraban más que mera basura, al igual de quienes la hacían, incluyéndose ella, pero aun así continuo adelante y se dio ánimos a sí misma para poder volver en algún día al puesto que estaba ocupando antes.
"¡No puedo creerme que aquí haya gente incluso más inútil de lo que yo soy ahora! ¡¿¡QUERÉIS TRABAJAR BIEN!?!"

Lujuria - Orazio Galasso
Orazio solo es una persona normal, la cual al menos por fuera solo aparenta ser alegre, calmado, sincero, sin buscar problemas con nadie y ocultando cosas que sus conocidos no querían que dijera... Pero, lo dicho, por su interior nadie sabe cómo es realmente. Ama sobretodo la fotografía, y suele ir a paisajes bonitos para contemplar la hermosa naturaleza que le rodea y hacerle una foto a lo que más le llama su atención, tras ello, siempre suele relajarse unas horas donde estaba para perder la realidad con sus pensamientos. Media hora antes de dormir, suele leer libros para conciliarlo, en general, es el típico chico del que todos desearían ser amigo suyo.
Hace unos pocos años, se comprometió con una mujer, la cual no tenía un carácter muy normal, era algo distinto a lo que suele ser el resto de personas con las que suele hablar. Aquella chica en esos momentos era reconocida por mucha gente, lo cual cuando Orazio pensaba en ello suponía que debía ser muy cansando tener que estar continuamente miles de horas trabajando en lo mismo, a él le encantaba cortar la rutina y hacer cosas distintas a lo normal. Pero ella no pensaba lo mismo, creía que cuando más tiempo estuvieras haciendo una cosa, te acabarías adaptando y no sería tan problemático. En efecto, la chica con la que se había decidido casarse era Lidania, aquella directora de películas Italianas, la cual en esos instantes aun seguía su vida antes de que llegara su enemistad.
Aceptando el matrimonio, ambos se mudaron a otra casa con objetos decorativos extraños, pero a ninguno de los dos le importaba. Mientras su esposa (La cual después de un tiempo dejo embarazada) ganaba ingresos, a él le toco la tarea de mantener el cuidado de la casa aceptable. Cuando su hijo salió por fin a la vida, todo empezó a emborronarse y a ponerse triste, Lidania no tenia nunca tiempo de cuidarlo debido a que en esa época ya se enfrentaba contra el rival y debía esforzarse en no estar por debajo de él y Orazio, el cual como bien se sabe odiaba la rutina, no podía mantenerse todo el rato con el niño, porque le quitaba su momento de libertad. Al decirle las quejas a su mujer, empezaron a tener discusiones acerca de lo que era una vida dura y de que alguien no se podía hacer cargo de un ser que habían creado dos personas.
Al final, Orazio, con su cámara, salía por las calles y les hacía fotos a todas las chicas con pinta de tener una personalidad ruda y agresiva, estas imágenes las fue guardando en una maleta, la cual también deposito sus cosas y muy a su pesar decidió marcharse a vivir otro camino distinto. Aquellas mujeres siempre le harían recordar a su esposa, pues, en el fondo, le encantaba mucho que la personalidad de cualquier fémina que se le pasara por delante fuera como ella, convirtiéndose más adelante en un mujeriego, e intentando ir a por las que fueran así.
"Tanta furia acumulada, miles de frustraciones seguidas, simplemente todas las mujeres así me pueden..."

Hola C:
Me ha gustado eso de que utilices un vocabulario amplio. La lectura es muy fácil de llevar y original. Como ha dicho Tenshi, es muy entretenida, cuentas una historia pero sin ser pesada, está bastante bien.

¡Espero pronto la Pereza!

Pereza - Nemutte Kaori
En un pueblo algo deshabitado, viejo y de pocas curiosidades, las calles andaban desiertas y no había mucha actividad, pero el ambiente parecía agradable. Aquel sitio poseía un campanario, el cual no había ninguna vez que no diera su grave sonido las doce veces al llegar el tiempo en punto. Los pocos habitantes siempre se enteraban de ese momento, en excepción de una, la cual nunca podía escucharlo por la profundidad a la que estaba su hogar del resto. Un lugar donde aquella joven dejaba su imaginación al aire libre, creando así obras maravillosas que siempre dejaba impresionado a todo el que presenciaba alguno. Esos trabajos utilizados solamente con el fin de servir de ayuda al que lo necesite, cuando tenía que ponerse en marcha por ese motivo su inspiración aumentaba enormemente. Esa chica se llamaba Kaori, conocida por muchos como una gran y experimentada inventora la cual dedico toda su vida al arte de las maquinas.
En una tarde muy tranquila, como casi siempre suelen ser, no tuvo mucha inspiración sobre lo que podía hacer, por lo que decidió salir a dar una vuelta por las calles para ver si le venía alguna idea. Como siempre, se puso aquel kimono que le encantaba para ir a caminar, pues le era muy cómodo pasear con esa vestimenta, a pesar de ser unas pendras poco comunes por el resto. Lo mismo hizo con sus sandalias a juego y a un paso lento fue hacia la puerta de su casa, su expresión paso a ser muy sorprendida cuando detrás de ella al abrirla vio nada más ni nada menos que a un pobre niño con unos ropajes muy desgastados y sucios, mientras no mostraba ni una leve sonrisa. Kaori no dudo en preguntarle que le había pasado para estar así a lo que él respondió que su madre le había abandonado porque ella estaba muy ajetreada con un asunto, y el padre, desapareció un día para otro sin motivo alguno.
Esto no le hizo ninguna gracia, no podía imaginarse como unos padres podían ser tan irresponsables con una obligación muy importante, por lo que al final fue ella la que decidió quedarse con él para cuidarlo eternamente, lo cual alegro mucho a aquel chico. Este salto encima de sus brazos, no debería tener más de seis años, así que no le costó nada cogerlo y los dos se metieron dentro de la casa.
Unos pocos días después, vio que empezaba a sentirse muy solo, a pesar de tener su compañía, por lo pensó en crear algo que pudiera entretenerle mientras ella estuviera ocupada. Cuando fue al sótano de la casa, el lugar donde hacia todos sus inventos, cogió de un armario no muy grande varias telas y agujas, al igual que fue sacando materiales eléctricos y metálicos para su creación. Kaori le estaba creando un robot humanizado de su misma edad con el que divertirse en aquellos tiempos libres. Para ello tardo meses en conseguir la silueta de un ser vivo y programarlo para que pudiera sentir y comunicarse con el resto. Para su mala suerte, cuando estaba a punto de terminarlo, noto que le faltaban unas pocas piezas para terminarlo, pero ella ya estaba muy agotada, así que, pensó que por dejarlo tal y como estaba no iba a pasar nada horrible.
Al “terminar” todo, llevo a aquel niño al sitio donde se ubicaba y se lo enseño, su felicidad fue aumentando en ese momento, así que Kaori le prometió que cuando volviera de comprar algunas herramientas que necesitaba, después de unas semanas, lo activaría para que pudiera jugar con él.
"La creatividad es algo hermoso y me inspira bastante, aunque siempre acabe muy cansada por ello."

Yo tampoco le he encontrado mucha relación xD
De todas formas, me ha parecido una historia bonita, a pesar de que también me pensaba que iba a pasar algo (malo) con el robot.
De todas formas, como siempre, entretenida y fácil de llevar, usando vocabulario extenso <33

Soberbia - Suzuki No Miko
Actualmente no podía ver nada, ni sentir tampoco, sus pensamientos estaban apagados, como aquel corazón falso que portaba, al igual que el resto de ella. Un mundo nuevo se abriría cuando esta despertase, su primera vez que podría ver, memorizar y mejorar su inteligencia, poder usar sus piernas para caminar, o incluso correr, el principio de lo que ahora se le conoce como vida. Con el simple tacto de cualquiera todo esto se haría realidad, y a partir de ese momento de seguro que tendría muchas y entretenidas aventuras, las cuales en todas ellas siempre se le vería una cara de felicidad bastante inquietante por su parte. Suzuki No Miko era especial, ella no nació por los mismos métodos que solían hacer los verdaderos humanos, surgió gracias a una linda mujer que pudo hacer posible esto, solo con el fin de poder ayudar a una persona en apuros. Era la pequeña robot de tela que había creado para poder sacar más de una sonrisa, alegrando de esa manera el interior de quienes estaban cerca de ella.
Sus ojos se abrieron de repente, y esto sucedió al parecer por un pequeño toque que recibió, aquella vista por fin le permitiría disfrutar de todo lo anteriormente mencionado, algo que sin duda, le entusiasmaba demasiado. El causante de esto fue aquel jovencito, no podía contenerse a jugar con ella, por lo que decidió intentar encenderla antes de tiempo, cuando vio el logro de sus intentos, un pequeño susto de emoción se libero por todo su cuerpo. Aquella niña de metal intento levantarse, y rápidamente empezó a completar todo lo que le habían añadido en su creación, para así poder manejarlos rápidamente, a ella no le faltaba de nada, pensaba y sufría emociones como los verdaderos humanos, algo bastante impresionante de ver.
Tiempo después ambos empezaron a jugar entre ellos, pero había un problema, la manera de divertirse para Miko era de un estilo parecido al de los nobles y los esclavos, en todas las actividades siempre obligaba a su compañero a estar por encima de él. Esto le enojaba bastante, por lo que, como suele ser común de un niño, decidió pelearse con ella a base de quejidos para que no le dejara como a alguien inferior. La pequeña robot no estaba de acuerdo con esto, así que, con mucha rabia, decidió irse a caminar por ahí sola, pues siempre pensó que al ser como es debía de superar al resto.
Con un trozo largo de cuerda, cada noche visitaba una casa, e iba a la habitación del niño o niña que habitase ahí. Al estar ahí, se ponía detrás de ellos y los ahorcaba hasta la muerte, mientras que su sonrisa era escalofriante. Luego iba al interior del campanario y los almacenaba ahí como si no fueran nada importantes, mientras que se escuchaba de fondo una risa. Los padres empezaron a preocuparse por la desaparición de estos, y decidieron poner todas las medidas posibles para que no perdieran a sus hijos, pero era inútil, Miko tenía mucha fuerza y no resultaba difícil pasar.
Las autoridades no tardaron en empezar a investigar el caso, y al entrar uno al lugar donde estaba todo el suceso, vio la escena que peor pudo imaginarse. Este decidió cerrar el sitio para siempre y desactivarla para que no pudiera hacer nada más, mientras que la apartaba a un lugar alejado del pueblo.
Cuando se informo a Kaori de esto, y ella dijo que ya lo sabía, lo cual hizo que le preguntaran el por qué no decidió solucionarlo, su respuesta fue la siguiente:
“No ha sido un fallo mío, lo que le faltaba por poner no era nada emocional, así que decidí no hacer caso y quedarme durmiendo un buen rato.”
Orazio encontró a la asesina metálica un día que pasaba por el lugar donde la dejaron y, mientras la cogía, decidió llevársela para investigarla mas tarde.
"¡¡Los niños solo son simples instrumentos de los diablos, mientras que yo soy uno de los ángeles!!"