Katie Sepher respiró bien hondo al llegar a la casa de su mejor amiga, Amelia Redbird.
- Fresco - susurró.
- ¿Qué haces? - Exclamó su amiga Clara mientras bajaba de la moto de su padre.
- Huele a naturaleza - Katie se arregló el flequillo moreno que le brillaba a causa de los rayos de sol-. Huele a verano.
Clara se despidió de su padre, se colocó bien la camiseta azul celeste que se compró hace un par de semanas. Clara practicaba volleyball en el equipo de su instituto. Todas las chicas de su equipo solían llevar ropa ajustada, pero Clara lo odiaba, prefería más bien algo un poco grande, le parecía muy cómodo. Pero como todas las chicas corrientes tenia la típica camisa de Batman. Si aquella que se puso de moda hace un tiempo, la cual guaradaba en el fondo de su armario.
- ¡Chicas! - Amelia atravesó el jardín delantero. Se había echo un moño un poco desordenado, de esos tan modernos, y vestía con un coqueto vestido negro azabache. Amelia era la típica niña pija, pero por raro que fuese, era amable, y muy popular. Mucho más que tú. Todo el mundo quería parecerse a ella, pero nadie conseguía llegar hasta su nivel.
- Perdón por llegar tarde... - dijo Lea al pasar por la valla que unía su casa con la de Amelía. Lea vivía justo al lado de la casa de Amelia. Se colocó bien la chaqueta vaquera que tenía desde algunos años y se hizo una coleta no muy ajustada con su pelo castaño, no tanto como el de Katie. Como Amelia, Lea se había apuntado también a volleyball, pero nunca consiguió estar en el mismo equipo que Amelia. Todos esos meses de esfuerzos no sirvieron para nada. Lea odiaba que alguien la superase en algo. Sobre todo Amelia.
- ¡Ya llegué!
Todas se giraron al mismo tiempo y vieron a Alice bajar del Ford se su madre. Casi se cae al suelo por que se le enganchó el bolso en la puerta. Desde el divorcio de sus padres hace medio año, Alice empezó a perder peso rápidamente, hasta el momento en que toda su ropa, hasta la talla más pequeña, le venía grande. Aunque todas las demás le decían que le quedaba bien, la cara que ponía Amy daba a entender otra cosa, y las chicas se hacían las tontas y no decían nada. Eso es lo que hacen las mejores amigas. Callar.
Clara, Lea, Alice, Katie y Amelia eran amigas desde hacía un año. Se conocieron en un evento de su colegio, Netherwood Hills. Amelia no conocía a las otras cuatro chicas, ellas sí que la conocían. Era perfecta. Sexy, guapa y lista. Y muy popular en Netherwood. Todas las chicas querían ser ella, y todos los chicos querían liarse con Amy. Así que cuando le dijo a Katie que era divertida, le preguntó a Clara sobre su pasado, le dijo a Alice que adoraba su sentido de la moda o le comentó a Lea que ella era mejor jugando a volleyball, las cuatro se sintieron, como decirlo... sorprendidas.
Ahora, después de más de un año, el último día de segundo, no solo eran las mejores amigas del mundo sino que eran " Las chicas de Netherwood Hills ". Pasaron muchas cosas para tener esa gran amistad. Todas las fiestas de los sabados, viajes... Hasta cuando estaban en clase era divertido. Pero como siempre, hay cosas que mejor era olvidar. Y había un secreto del que no podían ni hablar. Amy afirmaba que todos los secretos habían formado ese vínculo de amistad entre las cinco. Si aquello era cierto, serían amigas para el resto de sus vidas.
- Cómo me alegro de que ya sea por la tarde - Dijo Amy mientras agarraba a Lea del brazo-. Venga, vamos al granero.
- Por fín verano, tengo ganas de que nunca acabe y no empezar tercero - Dijo alegremente Katie mientras Alice y Clara seguien a Amy y Lea hasta el granero donde vivía Rose, la hermana mayor de Lea con su novio Matt. Pero, por suerte, tenía pensado irse a Francia ese verano, lo cual decía que el granero estaba libre para las chicas.
De repente, se escuchó una voz chillona.
- ¡Amelia! ¡Eh, Amelia! ¡Eh, Lea!
Amelia se giró hacia la voz.
- Paso -susurró.
- Paso -siguieron rápidamente Lea, Clara y Katie.
Alice se quedó parada.
- Joder.
Ya sabes, el juego típico que sirve para deshacerse del marrón. Sí, ese que la última persona diga "Paso" tiene que soportar a esa persona tan plasta. En la versión de Amelia, se decía cuando veían a alguien feo o muy pesado.En esta ocasión "paso" se refería a Mery Dresden, una friki que vivía en la misma calle que Amelia, la cual solo quería hacerse amiga de Amy y Lea.
- ¿Queréis ver Embarasing Bodies?
- Lo siento cielo. - sonrió Amelia - Pero no tenemos tiempo.
- Venga, ¿no queréis ver como abren a una persona y la operan?
- Dios, que asco. - murmuró Lea.
- Mejor no Mery, hace tiempo que planeábamos esta fiesta - le contestó Katie - Otro día si eso.
Mery bajó la mirada.
- Vale chicas...
- Adiós. - Amelia se dió la vuelta y se dirigió hacia el granero de Lea. Las demás la siguieron.
El granero estaba delante de ellas. Era pequeño, con una amplia ventana. En Netherwood, Pensilvania, olía a flores y hierba recién cortada durante todo el verano y a nieve en invierno. Era el típico pueblo americano, rodeado de frondosos bosques de pinos con conejos y zorros. Las ardillas habitaban todo el bosque. Había una zona comercial con varías tiedas, caferterías, buenos restaurantes. Lo mejor era el parque del centro, donde siempre se celebraba alguna que otra fiesta.
Al acercarse, vieron salir a Rose y Matt. Con el pelo deshecho, osea, ya sabes lo que estaban haciendo, ejem.
- Eh.
- Hola, Matt - contestó Lea.- No tenía ni idea de que estabas aquí.
- Juraría habertelo dicho. - sonrió Matt-.
Lea se sonrojó. Matt tenía el pelo pelirrojo, ojos azules y un buen cuerpo. De toma pan y moja.
- Vaya - intervino Amy - Rose, Matt y tú haceis una pareja perfecta. Nunca lo habría dicho pero siempre lo pensé. ¿No crees, Lea?
- Bueno...
Rose miró fijamente a Amy, pero luego se volvió hacia Matt.
- Vámonos cariño.
Matt se acabó la cerveza y siguió a Rose por detrás de ella.
- Adiós preciosas. - Les guiñó un ojo.
Las cinco se quedaron en blanco, no sabían que decir, así que decidieron entrar.
Alice se sentó en el sofá y cogió unas cuantas galletas saladas.
- ¿Sabes lo que me han dicho? - Le preguntó Amy-. Que a David le gustan las chicas delgadas.
Alice sonrió.
- ¿De verdad?
- No.- se burló Amelia. - A nadie le gustan las anoréxicas.
Alice cogió un puñado de galletas.
- Bueno, guapuras, se me ha ocurrido algo perfecto para esta noche.
- Mientras no sea hacernos fotos desnudas... - se rió Clara.
Lo hacían a menudo cuando se aburrían y hacía bastante calor. Luego le pasaban las fotos a Katie para que las editara en photoshop.
- Eso te gustó mucho - murmuró Amy. La sonrisa de Clara se desvaneció al instante-. No es eso, leí algunos libros y he aprendido a hacer espiritismo.
- ¿Espiritismo? - repitió Lea.
- Me ha enseñado el primo de Ian.- contestó Amy. Ian, era su novio de aquella semana.
- ¿Y eso cómo se hace, mediante la uija o algo? - Quiso saber Katie, curiosa.
- Sí, y con unas oraciones antiguas. - Contestó Amelia.
Katie cogió un cojín y se lo puso encima.
- No sé yo... eso parece peligroso.
- ¿Por qué no? - Amy observó a Katie. - Podríamos hablar con tu abuelo.
Lea y Clara miraron a Amy fijamente mientras Alice seguía comiendo galletitas saladas.
- ¿Pero... qué pasa?, ¿No os gustaría contactar con el más allá? - preguntó Amy con ganas - O pactar con el demonio para ser perfectas eternamente... - Amelia bajó el tono de voz.
Lea puso cara de fastidio.
- Por Dios, tómate una pastilla.
- ¿Cres que soy yo quien se la tiene que tomar? - Le contestó Amelia.
Lea y Amelia se quedaron mirándose fijamente unos instantes. Finalmente, Lea señaló la salida.
- Márchate con tus fantasmitas a otro sitio.
- De acuerdo. - Amelia salió sin despedirse de las demás.
- ¡Bien! - Pero Lea la siguió segundos después. En la oscuridad reinaba el silencio y se escuchaba el canto de los grillos y los búhos-. ¡Espera un momento! - gritó mientras cerraba la puerta del granero familiar-. ¡Amelia!
Pero Amelia había desaparecido.
Al cabo de un rato, Lea volvió a entrar al granero y se reunió con Clara, Alice y Katie.
- Chicas... Amelia ha desaparecido... - Les dijo Lea a las demás.
En ese justo momento, todas escucharon un terrible grito, parecía Amelia, pero no lo pudieron distinguir muy bien. Las cuatro estaban asustadas por si le había pasado algo a Amelia, por si hubiese alguien que la hubiese atacado, herido o violado. Querían irse todas a casa, pero por suerte, estaba amaneciendo.
Durante el día siguiente la policía habló con las chicas sobre la desaparición, ya que los padres de Amy, enseguida se alarmaron y llamaron para denunciar, debían pasar 48 horas, pero ellos tenía privilegios.
Alice llamó a Clara después de haber visto la noticia de Amy en la televisión.
- ¿Te ha entrevistado la policia?
- Sí. - murmuró Clara.
- Y a mí - No les habrás contado... Ya sabes... Lo de Helen, ¿verdad?
- ¡No! - contestó Clara-. ¿Crees que sospechan algo?
- No... - murmuró Alice-. Somos las únicas que lo sabemos... y Amelia.
La policía interrogó a todo Netherwood- Supuestamente ese era el verano el cual iban de viaje, tenían que flirtear con los chicos más guapos de la ciudad e ir a la playa todos los días. Pero no fue así, las chicas se distanciaron. Se quedaron todo el verano solas llorando en la cama y mirando viajas fotos de las cinco. Amelia siempre salía en el medio y siempre salía la mas guapa de todas.
El verano dio paso al curso, que a su vez, otra vez al verano. Amy no había aparecido. La policía seguía buscándola, pero seguían sin pistas. Hasta los Redbird se mudaron de ciudad para olvidar todo eso. En Katie, Alice, Lea y Clara, también cambió algo. Siempre lloraban al pasar por casa de Amelia, pero, por extraño que fuese, también sentía otra cosas.
Alívio por no estar otra vez con ella.
Claro, Amelia era Amelia. El hombro en el cual llorabas y quien le decía algo al chico que te gustaba para que se hiciese amigo tuyo, y también te comentaba sobre que tal te quedaba la ropa. Pero las chicas también le tenían miedo. Amy sabía más cosas que nadie sobre ellas, incluyendo las malas cosas, las que quieres enterrar, como un cadáver. Era horrible pensar que Amy podía estar muerta, pero... en ese caso, por lo menos sus secretos estaban a salvo.
Y lo estuvieron. Durante dos años, al menos.