Registrado: 23/Ago/2010, 12:19 Ubicación: No me dejan subir al 9 y 3/4
CAPÍTULO 1.
Spoiler:
♦ Norma 1 - Está prohibido utilizar pokémon alguno como vía de transporte a menos que tengas una licencia para ello o un título como lo es el ser líder de gimnasio.
♦ Norma 2 - Utilizar a los pokémon para ganar dinero sin tener una licencia para ello está multado.
♦ Norma 3 - No se pueden capturar pokémon en la ciudad sin una orden que se puede conseguir en cualquier comisaría. Fuera de la ciudad solo se podrá si se tiene el certificado de entrenador pokémon y no se podrá en las zonas en las que esté indicado con una señal de una pokéball morada.
♦ Norma 4 - Los intercambios de pokémon, no importa que se reciba a cambio, están multados. Si quieres realizar un intercambio acude a un centro pokémon.
♦ Norma 5 - En caso de realizar un combate apostando dinero se deberá avisar a una persona con cargo para supervisarlo que se encuentran en cualquier centro pokémon, gimnasio pokémon, o escuela de entrenadores. El 10% de lo apostado será donado para el gremio de entrenadores de Ciudad Trigal en la región de Johto.
Esas son las reglas básicas (hay más) que todos los entrenadores, a la edad de trece años, aceptamos con orgullo.
Mi aventura comenzó hace ya seis años, cuando escogí a mi gran amigo Bulbasaur de manos de un amigo de mi padre el cual es investigador en la materia de la Mega-evolución, además de ser quien nos dio la Venusaurita cuando decidí adentrarme en esta nueva aventura con la excusa de proporcionarle información sobre los pokémon Reggi, los cuales se cree que podrían tener una mega evolución que aun nadie ha sido capaz de observar... ¡pero para qué engañarme! Yo lo que quería era viajar.
Nadie nos creía capaces, ni a mi ni a mi Bulbasaur. Todos mis amigos se burlaban porque en la televisión siempre ponen a Bulbasaur como el más débil de los iniciales, ¡así que os podéis imaginar mi satisfacción cuando en apenas unos meses mi amigo evolucionó!
Mucha gente nunca consigue que su inicial evolucione, y aun habiendo optando con trece años a ser entrenador pokémon, el inicial suele llegar a su segunda etapa con el transcurso de un año, ¡pero a nosotros no nos costó mucho más que eso para dejar a todos atónitos al mostrarles que el pequeño Bulbasaur ya era un Venusaur! Ni si quiera mi familia pensó que llegaríamos a ser mínimamente fuertes, ya que mi hermano cuatro años mayor en el cual se depositaban las esperanzas para dar algo de fama a la familia por medio de la Liga pokémon apenas había conseguido que su Charmander evolucionase a Charmeleon.
Tras atraer la mirada de numerosos veteranos que insistieron a mis padres en entrenarme en sus colegios de alto estanding con una beca, mi padre por fin cedió, y tras tres años mejorando día a día (siento la falta de modestia) por fin fuimos reconocidos con una megachapa personalizada que enganché al pañuelo que mi mejor amiga me regaló y llevo siempre atado en la muñeca derecha y una megapiedra, la cual os dejaré adivinar cual fue.
. . .
Hace hoy dos semanas desde que marché de casa, según mis padres con el dinero justo que mi talento necesitaba para ganar más con los combates pokémon, pero creo que tendré que dejar los McDonalds por una temporada.
El gimnasio de Ciudad Bayor es más blanco que como muestran en la televisión. Siempre me lo había imaginado adorable, de un blanco nieve que te daba ganas de recostarse a su sombra en verano, pero la verdad es que era un blanco espectral. Tenía los pelos erizados a más no poder.
Por fin me enfrentaría a Migui, el líder de gimnasio más jóven de la historia de esta región... ¿os conté que ya lo conocí? De aquella él aun no era líder de gimnasio, y su Misdreabuss y su Buneary no paraban de seguirlo. Recuerdo el escalofría que sentí al pensar que algún día habría un gimnasio que combinaría los tipos normal y fantasma... tendría que ser increíble a más no poder el enfrentarse a alguien así. Aunque de aquella recuerdo que me dijo que los pokémon de tipo normal no le llamaban en absoluto, solo su Buneary, pero aun así mi corazón no para de latir a toda prisa al pensar en aquellos dos pokémon inofensivos que en su día vi...
¿Cómo será ahora Migui?
CAPÍTULO 2 - El gimnasio Bayor.
Spoiler:
♦ Norma 1 - Atacar por el mero hecho de hacer daño al oponente cuando esto no es necesario concluirá con la finalización de la batalla. Un pokémon ha de ser devuelto a la pokéball cuando este no se encuentre en condiciones de continuar, y eso será juzgado por una persona al cargo.
♦ Norma 2 - Si el aspirante gana recibirá una medalla. Si el líder gana habrá de transcurrir un mes hasta que el aspirante pueda retar de nuevo al mismo líder de gimnasio.
♦ Norma 3 - Una retirada equivale a una derrota, pero habrá de pagarse una cuota en compensación.
♦ Norma 4 - Se dispondrá de un intermedio de minuto y medio a los diez minutos de empezar para que los entrenadores den los cuidados necesarios a sus pokémon. Solo habrá un intermedio, después de eso habrá que pelear hasta el final.
Un hombre de unos cuarenta años había explicado las normas, y después se había colocado en un lateral del campo de batalla (como no, blanco) donde se encontraba una plataforma levadiza que le permitiría ver la batalla desde un mejor ángulo.
El campo, de unos 40x15 era de madera blanca y de una iluminación fantasmagórica proveniente de las docenas de focos que se encontraban dispersados de forma aleatoria por las paredes y el techo.
Migui es simplemente un nombre artístico que eligió cuando se convirtió en líder, ya que originalmente se llama Miguel Bayor, y proviene de una de las familias de entrenadores pokémon y hechiceros más antiguas. Tengo entendido que su familia se especializó durante mucho tiempo en los pokémon tipo dragón, pero hace un par de generaciones por influencias externas de la familia Paradiso las cuales son ignoradas por la mayoría entre los que yo me incluyo, empezaron a entrenar pokémon del tipo fantasma.
Yo apenas tengo algo de magia en mi cuerpo (la mayoría de personas no tiene nada, siendo yo y mi hermano la primera generación de mi familia en presentar ligeros rasgos), y apenas controlo algo de energía; sin embargo sé que Migui es capaz de entender a la perfección las formas base de los cuatro elementos principales y algún que otro hechizo de magia negra, como el Nigrum pluma, que consiste en crear pequeñas navajas con forma de pluma negra (he ahí su nombre traducido al latín).
Sin embargo yo tengo unos conocimientos bastante ampliados sobre las batallas pokémon, y sé que puedo vencer. Confío en mis pokémon.
Lopunny y Mismagiuss ya esperaban para la pelea. Sé que Migui me recuerda y por eso ha sacado a esos pokémon. He estudiado y me sé sus estrategias base, y ahí está mi punto fuerte como aspirante a la medalla: él no se sabe las mías.
Al fin me decido a sacar dos de mis pokéball, y para este combate he decidido sacar a Venusaur y a Slowbro. Mi primer pokémon y el primer pokémon que capturé, que menos.
. . .
Recuero que en la convención en la que conocí a Migui yo tenía dieciséis años y él catorce, y que él ya era famoso en toda la región por la fama y poder de su apellido, pero lo que más llamo mi atención fue su don de palabra, el como habló para defender su gimnasio pokémon, ya que de aquella ya había rumores de que se le cedería tarde o temprano el título de líder, el líder más joven de la historia, lo cual no estuvo bien visto por ninguno de los cuatro gremios pokémon (su familia era el quinto).
Recuerdo presentarme en la mesa de las hamburguesas y de decirle que pese a su edad yo ya le respetaba; que tenía un talento nato. Siempre que lo veía en combates por la televisión pensaba que era más fuerte que su padre, pero que ni él lo sabía. De alguna manera creo que el resto de gremios sí lo sabían, y por eso le temían tanto.
. . .
Dentro del gimnasio impoluto las luces comenzaron a cambiar. Todo oscureció, y las docenas de focos empezaron a emitir una luz morada que iluminaba únicamente el campo de batalla, algo que jamás me hubiese imaginado. Ese gimnasio era famoso porque todo lo que giraba en su entorno, incluso el escudo de la familia, era blanco.
Estaba claro que era una estrategia de despiste para que los aspirante no ganasen tan fácilmente la batalla, y también estoy seguro de que han empleado algún encantamiento para que los medios sigan pensando que todo lo del gimnasio Bayor está rodeado de un aura blanca.
CAPÍTULO 3 - Phoenix.
Spoiler:
♦ Norma 1 - Descubrir un secreto relacionado con la magia sin ser como mínimo de la tercera generación consecutiva de tu familia en poseer magia en tu cuerpo significa que el usuario ha de recibir un encantamiento que borre de su memoria todo lo relacionado con dicho secreto, a menos que un mago actúe como responsable de que esa persona no causará problemas por saberlo.
♦ Norma 2 - No podrás acceder a las zonas marcadas con una pokéball naranja en los parajes salvajes a menos que seas un mago, es decir, que pertenezcas como mínimo a la tercera generación de tu familia con magia en el cuerpo.
♦ Norma 3 - Por seguridad de los pokémon queda prohibido que cualquier persona con menos de dos medallas sea retada o rete a un mago entrenador pokémon (exceptuando combates oficiales de la Liga pokémon).
. . .
El combate transcurría según lo esperado: Lopunny aun no había megaevolucionado para poder utilizar a Mismagius como escudo y atravesarlo con ataques normales para atacar a su oponente sin que este se lo espere, y si hubiese decidido megaevolucionar su habilidad adquirida le impediría esta acción. Sin embargo estuve trabajando junto a Slowbro durante un largo más para poder perfeccionar la técnica de Protección para lanzar un fuerte Lanzallamas justo después sin dar a su rival tiempo de reacción.
Los diez primeros minutos pueden resumirse en Migui empleando esta técnica y en mi defendiéndome mientras Venusaur lanzaba Energibolas fácilmente eludibles. Los primeros diez minutos se suelen emplear para conocer bien al rival de mano a mano, y no se suele sacar los ases en la manga en esta primera parte.
En el minuto y medio de descanso me dediqué a darle un plátano a cada uno de mis pokémon y a echarle un ungüento en una rozadura que Lopunny provocó a Slowbro en el brazo derecho con el ataque Puño mareo.
Mientras tanto Migui solo hablaba con sus pokémon, seguramente dejaría de utilizar esa estrategia y la cambiarían por la de la megaevolución y ataques rápidos y certeros, lo cual aprovecharé ya que tras realizar estos ataques hay un pequeño momento de desconcentración que debemos aprovechar si queremos ganar.
Sin embargo no pudimos llevar, ninguno de los dos, las estrategias previstas.
Inesperadamente unas piedras rojas derribaron la puerta, seguramente un ataque pokémon muy poderoso... ¿Poder pasado quizás?
Unos hombres vestidos con túnicas negras de estilo japones inconfundibles entraron por la puerta. El escudo azul bordado encima del corazón delataba su pertenencia a la familia Ameroka, un gremio al igual que el gremio Paradiso o Bayor, solo que este resultaba ser el menos poderoso en cuanto a magia, reflejando esto a que su entrada forzada al gimnasio fue con un ataque pokémon y no con un hechizo como habría echo cualquier veterano de cualquier otro gremio. Aun así son magos a tener en cuenta, y los entrenadores pokémon de esa familia se especializan tanto en pokémon antiguos (más usados por los veteranos) como en los pokémon más prácticos a nivel de ayuda con la tecnología moderna. Los dos hombres que entraron acompañados de un Omastar que se encontraba en el hombro de uno de los dos (un chico de unos veintimuchos, moreno y de físico imponente) se situaron en medio del campo de batalla.
El anciano de cabellos y barba blanca que recordaba a la del personaje ficticio Dumbeldore le enseñó un pergamino a Migui, aunque creo que en este momento no se le debería tratar de Migui, sino del único heredero de la familia Bayor.
Migui regresó a Mismagius en su pokéball con cara de haber perdido... ¿de haber perdido el qué? Cuando alzó el brazo para introducir a Lopunny en su pokéball me miró para que hiciese lo mismo, así que lo hice, pero antes de que el concluyese Lopunny empezó a correr a toda velocidad hacia mi, la sorpresa fue que antes de que llegase hasta mi posición Migui había invocado unos pequeños jilgueros de fuego con el hechizo Phoenix, y los mando hacia los dos miembros de la familia Ameroka que no parecían esperárselo.
El pokémon normal me escoltó por unos pasillos desconocidos por mi, y en nada me encontraba fuera del resplandeciente gimnasio blanco. La luz me cegaba, había estado únicamente bajo un Sol ficticio y unos focos morados durante un buen rato, y mis ojos tenían que acostumbrarse.
Pronto Migui se encontró conmigo y me gritó sin nada de inocencia si tenía algún pokémon capaz de llevarme a cuestas volando, a lo que yo asentí confuso, ya que nunca pensé volar en él, pues no tengo licencia para ello.
Rápidamente saqué a mi Dragonite, el cual estaba muy orgulloso de ser mayor que la media de los de su especie, y aun se enorgulleció más cuando vio la cara de Migui, que jamás se hubiese pensado que yo tendría a ese pokémon.
Me dijo que volase dirección norte y que llegase hasta el primer pueblo que viese, el cual protegía a todo el que la familia Bayor quisiese, y que allí tendría que demostrarle que me merecía la medalla... ¿pero sin un combate pokémon? No tenía pensado irme sin una explicación. Era obvio que había muchos problemas entre los gremios, pero nunca escuché que se atacasen tan directamente, al menos desde el pacto de hace 50 años.
Una tormenta de piedras salió dirigida desde el interior del gimnasio, del cual se podían adivinar gritos de distintos pokémon, por lo que se deduce ya no había solo un Omastar. Sin embargo yo y Dragonite podríamos vencerles, somos muy fuertes, y es sabido por todos que los Ameroka son los más débiles de entre los gremios.
Pero de pronto mi mentalidad cambio y empecé a abalanzarme sobre Dragonite. Un Salamance acababa de llegar, parecía que conocía a Migui, y este, ni corto ni perezoso, se montó en el dragón azul verdoso.
La razón por la que decidí que lo mejor era huir del gimnasio Bayor era que un Regirock parecía estar de parte de los ahora mis enemigos.
CAPÍTULO 4 - Las preguntas de los Hydreigon.
Spoiler:
♦ Norma 1 - Una vez haces un trato con un mago tienes que terminar el trato o parte de tu maná (directamente proporcional a la esperanza de vida) pasará a estar bajo su poder.
♦ Norma 2 - Queda completamente prohibido capturar un pokémon el cual mantenga un cierto orden en su medioambiente. Por ejemplo capturar un Shiftry que dirige una manada de Nuzleaf está completamente prohibido, pero no capturar un Nuzleaf.
. . .
Llevábamos horas volando, y solo paramos para que nuestros pokémon bebiesen algo de agua y comiesen algo de fruta, y en el caso de mi Dragonite le di algo de carne que mi madre me había guardado en un táper.
Pocas palabras intercambiamos. El naranja del cielo cuando el Sol se pone ocultaba los mechones morados de Migui y hacía parecer a su pelo de un Negro total, al igual que el mio, solo que el mio más corto. Su Altaria tenía un lazo azul atado al cuello, ¿habrá ganado en los concursos de belleza? No me extrañaría lo más mínimo, era precioso, me atrevería a decir que más que el resto de los de su especie que jamás haya visto.
Pero entre tanto viaje acabé cansándome. Regirock no parecía seguirnos, era imposible, por mucha fuerza que tenga no es un pokémon veloz, y el sello de fuerza incrementa por dos el ataque de cualquier ser vivo, pero no ayuda en absoluto con la velocidad, así que decidí decirle a mi Dragonite que aterrizara.
Migui aterrizó a mi lado, creía que era porque se había pensado que solo quería descansar, pero no. Me iba a dar media vuelta, esto es demasiado embrollo para una mísera medalla habiendo otros veintinueve gimnasios en esta región y tan solo necesitando vencer en ocho.
—Has hecho un trato conmigo al emprender el vuelo con Dragonite. Los pactos de los magos no tienen por qué ser verbalizados, y sin duda alguna tú lo has aceptado.
Es verdad. En el fondo lo sabía, y ya no podía hacer nada. Sentía un escozor en las muñecas, y por lo que había leído, eso era el síntoma de un trato mágico. Siempre odié esta clase de pactos, porque la mayoría de la gente, la gente sin magia, no los comprendía, por lo que no podía hacer nada en contra de ellos.
Aun así quería explicaciones, y no me iba a ir del lugar rodeado de docenas de Hoothoot sin saberlo.
Mi familia, la familia Bayor, es la más poderosa de los cinco gremios. Cada gremio está dirigido por una familia y recibe el nombre de esta, pero en un gremio puede haber gente que por sus ideales decide dedicar su vida a dicha familia, convirtiéndose en parte del gremio.
Hace 50 años, para acabar con la Guerra de los metales modernos, mis ascendientes decidieron que cederían a no volver a entrenar pokémon dragones a cambio de la tregua. Todos los gremios sacrificaron algo, pero a nosotros se nos prohibió invocar al Dios dragón.
El Dios dragón es una hermosa mujer de cabellos y ojos morados la cual puede invocarse cuando el poder de tres grandiosos dragones es invocado, y esta juzgará a quien le brindará su poder para invocarle durante toda la vida de este usuario. Cuando este muere, el Dios dragón se va hasta que otros tres dragones vuelven a invocarlo y este vuelve a decidir con quién irse. Su poder consiste en amplificar todo lo que tenga que ver con los dragones, en nuestro caso, nuestros pokémon y nuestra magia de los elementos, la cual ahora se ha vuelto más débil que nunca; además es capaz de impedir heridas mortales en la persona que la ha invocado, hasta tal punto de impedir incluso la decapitación, siendo la única falla el veneno de la fruta del frío, la cual puede matar a cualquier dragón con tan solo un mordisco.
La familia Ameroka perdió sus joyas, las cuales permitían elevar su nivel de magia, aunque seguirían siendo los más débiles de entre los gremios... y hoy me han traído un pergamino que indicaba que el pacto de hace 50 años había llegado a su final. Por la entrada a mi gimnasio deduje que no venían con ganas de paz y amor.
Conociendo la historia de los gremios sé que pueden llegar a matar por poder, y Migui me está dando a entender que ya han reunido algunas joyas para poder controlar a Regirock, por lo que esa es la razón por la que no nos quedamos a pelear.
—Yo tengo como compañeros a Lopunny, Mismagius, Gourgeist y a mi Shuppet capturado hace apenas un mes. No te estoy pidiendo que me digas cuales son tus pokémon, pero quiero que veas que confío en ti, y que como líder de gimnasio, no tengo secretos.
. . .
Recuerdo que en mi escuela para entrenadores pokémon avanzados no paraban de decirnos que sabiendo el cien por cien de los pokémon de un rival sin que este sepa los nuestros la batalla estaba decidida, y eso unido a que un mago nunca revela sus trucos no me dejaba pensar en condiciones... todo pasaba muy rápido, y si habían capturado a un Regi qué nos aseguraba que no lo habían conseguido con otros.
—Ground quaerere.
Tras recitar el hechizo tocando la tierra unas lineas blancas salieron de la mano de Migui y llegaron hasta unos árboles de hojas oscuras, los cuales sin explicación alguna se transformaron en dos Hydreigon... ¿parlantes? Los Hydreigon no paraban de hablar entre sí, pero de manera coloquial, como si lo hiciesen todos los días.
Migui pasó por su lado sin problemas, pero cuando iba a hacerlo yo me cortaron el paso. Migui se llevó la mano a la cara como si se le hubiese olvidado algo importante, así que viendo como iban las cosas me aparté para que Dragonite pudiese entenderse con ellos. Sabía que tocaba una pelea de dragones.
Entre los dragones de tres cabezas, con Migui en el medio, se podía ver al otro lado una gran aldea, tan grande que me extrañaba no haberla visto en ningún mapa... ¿magia de ocultación?
Cuando me disponía a ordenar a mi dragón un Pulso dragón, los Hydreigon comenzaron a hablar. Cada uno me hizo una pregunta, siendo la primera "¿Cuál es el ataque dragón más poderoso?" y siendo la segunda "¿Por qué pocos Shelgon son capaces de evolucionar?".
La primera era obvia —Cometa draco, si no tenemos en cuenta Distorsión ya que solo Dialga puede aprenderlo.
La segunda no me resultó tan fácil.
. . .
Hace mucho tiempo, en mi escuela, había una chica cuyo inicial era un Chikorita que aun no había evolucionado, pero eso se debía a que gastaba todo el tiempo en cuidar a su Bagon, ya que el sueño de este era evolucionar... pero no recuerdo muy bien si lo consiguió o no.
Una vez mi madre me dijo que los pokémon dragón tenían que alimentarse mucho para mantener su poder.
También recuerdo que el amigo investigador de mi padre tenía un Salamance, pero jamás mencionó si le había costado mucho hacerle evolucionar, solo recuerdo que no paraba de comer como si nunca hubiese comido antes, aunque siempre que le veía estaba haciendo lo mismo.
—La respuesta a la segunda pregunta es porque con la coraza les es muy complicado comer, y acaban muriendo de hambre si no se les da la debida ayuda.
Los Hydreigon se apartaron, y Migui me hizo un ademán para que pasase. La aldea era increíble, un montón de niños jugaban, mientras un montón de adolescentes hacían las últimas compras para salir de fiesta esta noche. Un montón de dragones y de fantasmas acompañaban a la gente, y el escudo blanco representado por un Salamance y dos Shelgon estaba esculpido en la parte más alta del edificio más alto de la aldea. O más bien de la ciudad.
Editado 20/Mar/2015
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- Vaya Hades, finalmente has venido, ¿qué tal por el Inframundo? - Pues... todo va bien, ya sabes, algo oscuro y lúgubre y como siempre... je, je, lleno de muertos, ¿qué le vamos a hacer?
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