Hay una cosa muy graciosa de este sitio, y es que con cada año que pasa la ansiedad de ir a ser visto por otras personas crece un poco cuando te planteas publicar algo. Supongo que es porque, en cierta manera, ahora los niños que veníamos por aquí somos adultos y la mayoría de los adultos desconocidos, pues ya no conozco a casi nadie, me dan un poco de miedo. La vida es más difícil ahora, de esa y otras formas. Pero no pasa nada. Hoy es el cumpleaños de Alba (AlbaFeyPls, jaguar22). Para los que no la conozcáis: ella es esencial, objetiva e incuestionablemente una de las personas más guays que han vivido nunca y definitivamente también uno de los seres humanos más especiales en pasar por esta página. También es mi persona favorita. En 2010, hace ya casi diez años exactos, en un hilo que se parecía mucho a este pero que escribía gente en un mundo que es muy diferente al que tenemos ahora, le escribí que lamentaba que no nos conociésemos casi nada, pero que esperaba que eso cambiase pronto. Supongo que cambió pronto y rápido y de muchas maneras. Había cierta dulzura en el protocolo infantil y naturalizado prematuramente que dictaba que toda persona anónima que te merece el mínimo respeto es una interrogación verde y no roja. Me parece que ya no soy tan dulce, ahora; no de esa manera ritualista y cosificada en la que sé que se debe serlo. Me gusta creer que soy dulce de maneras que se parecen más a la forma en la que lo es ella; con esa preocupación natural y silenciosa y cruda que se resiste a todas las descripciones. Esa lección sería súper bonita, si es que algún día consigo aprenderla. Somos muy distintos ahora. Hemos cambiado muchas veces, y hemos vuelto a conocernos todas. Y ella siempre ha sido esencial, objetiva e incuestionablemente uno de los seres humanos más especiales, pasando por todas las cosas y enfrentándose a todos los desafíos que puede plantearte la juventud con resiliencias dignas de Dioses de acero y emociones de río lunar. Lo cual es súper excepcional, como la mayoría de jóvenes adultos seguramente corroborarían. Sea como fuere: aquí estamos, diez años después. No hay nadie por este sitio a quien tenerle especial miedo, y aun así escribir da más miedo que antes. El sentimentalismo barroco de otros días ahora se siente una cosa muy frágil que no debes dejar ver; que no quieres que nadie te rompa. Pero ella nunca lo haría. Y aun así, ¡qué horripilante dejarse ver como persona que existe y quiere y sigue teniendo un ancla en el pasado-manantial del que fluyen sus historias más bonitas...! Qué risible y triste hacer algo así sin tener setenta años. Qué miedo, la risa y la tristeza. Hemos estado en muchos sitios y conocido a muchas personas y nos hemos llamado por muchos nombres y condecorado con muchos títulos. Ella aprendió a no ser blanda y sangrante y después lo desaprendió sin confiar mucho en el mundo (que duele duele duele). Eligió catalizar todos los entusiasmos y regalarle su pasión al resto, que (con pánico y reticencia, pues es alta la montaña rusa de su dedicación) accedimos a subirnos a la cima de todas las cosas y compartir un viaje de esos que después se convierten en historias que no dejas de contar jamás; a tus amigos, a tu familia, a los hijos de tus amigos, a los hijos de tu familia, a tu mascota cuando duerme y sientes que te entiende mejor que nadie, o a tus propios hijos si es que algún día los llamas a saltar el obstáculo del espaciotiempo y condenas a la maravilla sufrida que es vivir en el mundo que conoces. Creo que no dejaremos de contar esas historias. En diez años supongo que tendré que hacer una actualización para estar en buenos términos con ambos y decirnos qué pasó; si amamos o sufrimos o triunfamos o morimos, si todavía confluimos o nos hemos separado. Un rato; para siempre. Muchas preguntas de miedo mucho. Hasta entonces, felices 23.
|