A la noche siguiente...
Después de un duro día de trabajo fuí a ver qué se cocía por el pueblo.
Para empezar, fuí a ver qué tal le iba a Hugo.
Se hizo el sueco.
Estaba malo el pobre, claro, muy enfermo. ¡EXCUSAS!
Pero a mí no me la cuela. Tan mal no podía estar si se puso a cambiar de sitio los muebles de su casa.
Lo peor de todo, es que quiera hacerme creer que no sabe dónde está. Y mucho peor, que quiera hacerme creer que no sabe dónde está MI DINERO.
¿Sabéis qué? Que se vaya un rato a freir espárragos. Tendré un plan preparado para él para antes de que se le acabe esa enfermedad totalmente fingida que tiene.
Mientras paseaba por la playa encontré a alguien. Tal vez no os la haya presentado todavía.
Se llama Beelén, y es una cabra bipolar.
Tan pronto se olvida de tu nombre.
Pero eso no es todo, en general no tiene muchas luces.
- ¿Y eso por qué?
- ¿Quien te ha preguntado tu opinión?
- No estoy opinando, pregunto por qu...
- Está bien, ya me voy.
Y por eso no solemos hablar mucho. Nuestras conversaciones siempre empiezan bien, se desarrollan mal y acaban peor.
Iba a mirar un rato qué había en la basura, y me topé con Aurelia.
- Ya lo creo, el hábitat de la mosca común son las inmediaciones de tu casa.
- Hombre... Si una cerda que no se lava cuenta como bicho raro, lo estoy viendo en alta definición ahora mismo.
- ¿Y eso a qué viene?
- ¡Quiero atrapar bichos para que sean mis amigos!
- Tal vez si te lavaras tendrías más probabilidades.
- ¿Pero tú eres mi amigo, verdad? ¿Verdad? ¡Oye, no te vayas, respondeme!
Aurelia, se derrumbó.
Yo me alejé como quien no quiere la cosa, no soporto ver a gente llorar.
Ignorando a Aurelia, que parecía perseguirme, me fijé en el tablón de anuncios. Había algo nuevo que me llamó la atención.
No sabía en qué momento habían reformado la tienda, pero lo hicieron. Me emocioné tanto que se me empezó a asomar la tortuguita.
Pero antes de sentarme en el trono en casa, tenía que ver el nuevo centro comercial.
Tom Nook iba con un traje y todo, ya casi no lo reconocía desde la última vez vestido como un sintecho y con esas telarañas en su pocilga de tienda.
Fui directo a la nueva peluquería, era hora de adecentar un poco mi look para disimular mi pérdida de cabello.
- Bueno, dejando atrás que me ha esquilado y tengo el flequillo acartonado por la gomina por lo demás está bien, radical podría ser la palabra.
- Ya, pero ahora la moda es llevar el pelo así, ya verás como crece.
- Qué optimista es usted, señoria Marilín, qué optimista es usted.
Me dejaron un peinado horrible.
Abandoné la sala indignado y me fuí a comprar ropa a juego.
Me sentía una persona nueva, esos bichos raros que hay en mi pueblo no me reconocerían después de este cambio de imagen.
Ya que estaba cerca, fuí a visitar a mi buen amiga Celeste.
Al parecer, no se encontraba muy bien, estaba depre.
- Mis más sinceras condolencias, sé que aquel periquito era buen amigo suyo.
- Era broma, pero dime qué es lo que pasa.
- Últimamente no tengo dinero para nada. El seguro del coche, comprar tabaco, las birras en el Alpiste, la hipoteca, ¡Así no se puede vivir!
- Deberías tener menos vicios, que luego de mayor serás una vieja decrépita sin dientes y con cara de ciruela pasa.
Espero que no esté insinuando lo que creo que está insinuando.
Porque si es eso lo que insinua y mis insinuaciones no me fallan, esta tía es una máquina tragaperras.
Sí. Era lo que insinuaba.
- Sí, mi casa es más grande, pero está llena de cucarachas será mejor que no vengas.
- ¿Qué? ¿Vivir contigo? No, nada, para nada, yo no he pensado, eh, ni remotamente en eso, claro, a mí me gusta vivir sola, y, bueno, creo que tu casa es bastante grande porque... Ya sabes.
- Uy, qué tarde que es, creo que tengo que ir al baño, sí, es mi evacuación de las diez en punto.
- Pero espera. ¡No es lo que parece! No quería decir eso...
Esto era el colmo. Ya es la segunda vez que esa osezna quiere aprovecharse de mí.
La próxima vez no le arrancaré las flores, eso seguro.
Los animales de hoy en día saben latín. Mira que sugerirme de una forma tan descarada que le diese mi casa. Me las va a pagar.
Fuí un rato a la playa a reflexionar.
Miento, en realidad iba a pescar unos cuantos peces, con la intención de encontrar algo de basura que poder tirarle a la cara a Celeste.
Pero la cosa no salió bien, a lo mejor no tengo buen karma. Y eso tenía una fácil solución: Escribir una carta de disculpas.
Mi conciencia estaba intranquila así anoté lo mucho que sentía todo lo ocurrido hoy, en el fondo es una tía maja, sólo quiere unos pocos amigos en este pueblo que es nuevo para ella.
Y envié la carta.
En el ayuntamiento estaba mi buena amiga Sol. Últimamente, aunque era de noche, no solía venir mucho su hermana, no se sabe por qué.
- Por cierto, ¿Qué es de Estrella?
- Está mala.
- Ah. ¿Y qué le pasó?
- Se cayó por las escaleras.
- Entonces está en el hospital o algo, ¿No?
- No.
- ¿Pasa algo raro? Espera... ¿Qué escondes ahí?
- Eh... Nada. Oye, tengo que cerrar, ya es muy tarde.
- ¿Cerrar? ¡Oye, esto es un lugar público!
Aparecieron dos matones, uno de ellos parecía ser César y me acompañaron a la puerta.
Está claro que Sol tramaba algo chungo, y no quería involucrarme mucho en ello. Dudo mucho que Estrella se cayese por las escaleras.
Todo lo acontecido en este día hizo que se me asomase bastante la tortuguita, así que fuí a casa a reflexionar.
De camino me encontré a una simpática cabra. Ya saben de quién hablo.
- Bueno, qué tenemos aquí, si es mi buena amiga cabra Beelén.
- No soy una cabra, te lo he dicho muchas veces.
- Pues cuernos no te faltan hija.
- ¡ALISTE NUNCA SE IRÍA CON NADIE MÁS QUE YO, SOY HERMOSA INTELIGENTE BUENA PERSONA Y SE COSER MEJOR!
- Ese también los tiene bien puestos, si te hubiese visto dándole la bienvenida al pueblo a Jeremías esta mañana...
- Le dí dos besos como de costumbre, no te vendría mal aprender modales como yo y METERTE EN TUS PROPIOS ASUNTOS.
- Uy, ¿Dos besos? Eso me pareció otra cosa, vamos, si se oía desde mi casa, por favor.
- Vale, puede que hablásemos más de lo debido.
- Más bien estábais gritando. ¡Beelén por favor, eh, por favor! ¡Que es una rana!
- Nada, de ningún sitio, si está muy bien, aquí está muy bien visto eso de las relaciones raras, somos muy liberales, si no mira a Sócrates y Hugo.
- Por supuesto que era sarcasmo, en Tiburcia somos más conservadores que en el Vaticano. Anda, cállate un poco y toma este regalo.
- Lo tuve puesto un par de días y como me he comprado hoy una camiseta nueva, lo iba a tirar a la basura pero mejor te lo doy.
- Oye pues me queda divino como bufanda, aunque huele un poco mal.
- Bueno, con el tiempo te acostumbras. Hala, me voy a dar un voltio, hasta luego.
Estos días no tenía papel higiénico así que había estado usando mi traje medusa para limpiarme. Pero eso no importa, tenía una misión más importante a la que acudir.
Exacto.
Mientras liberaba a Willy, alguien llamó a mi timbre.
¿Quién podría ser a estas horas?
Salí de casa, pero no había nadie. Aunque creí ver un par de cuernos detrás de una palmera a lo lejos. Fuí corriendo mientras me abrochaba el cinturón y encontré a mi toro preferido, que parecía tener algo que contarme.
- ¿Y tienes que dármela ahora?
- Fuí a tu casa pero no contestabas.
- Tío, estaba descomiendo, podrías haber esperado un poco en lugar de salir corriendo como un crío que ha hecho la gracieta del día, a la próxima saco la escopeta.
- Está bien, te doy el regalo.
- Ya tardas.
- No fastidies, tío, no empieces con tus chorradas.
- Huele a criadillas en descomposición así que deduzco que no.
- ¿Entonces no hay regalo?
- ¿Quién dijo nada de regalos?
- Eres de lo peor, ya verás.
Saqué mi pala e hice uso de aquellas trampas tan bonitas de las que me apropié indebidamente esta tarde en el portón.
- ¿Y ahora qué, toro asqueroso?
- ¡No vuelvas a hablarme! ¡Te odio!
- Ajá, ajá, muy no-interesante, cuéntame menos.
- Me encantaría olvidarme de tí, pero vuelvo a recordarte a través de tu nariz, dúchate.
- ¿Te estás cabreando como cuando Beelén te engaña con la rana?
- ¡¿QUÉ?! Tú te lo has buscado.
FAIL.
Creo que me había pasado un poco con ese toro. Fuí a dormir para olvidar todo esto.
Aliste siempre había sido así, pero con el tiempo se le pasa.