CAPÍTULO 4
Hace más o menos un año, finales de Noviembre, tres horas antes de la llamada
Mira el reloj. Son las 20:21. Suspira y se asoma a la ventana. Mira hacia un lado, hacia otro... Nada, Diego no está. Resignada, corre a sentarse al diván del salón. Resopla. Se supone que habían quedado hacia veinte minutos, pero su amigo aún no se ha presentado. Vuelve a mirar el reloj, ahora son y veinticuatro. Gruñe. En realidad, no debería afectarle tanto, le conoce y sabe perfectamente que siempre llega tarde a todos lados, da igual donde sea, pero le fastidia igualmente, en circunstancias normales ya deberían estar en la fiesta. Maldita sea, se la está perdiendo por su culpa.
Enfadada, coge su smartphone y le escribe el décimo mensaje de la noche:
¿Se puede saber dónde estás? ¡Ya deberíamos estar allí, mi amiga se va a enfadar conmigo! 20:27
En cuanto aparecen las dos uves que marcan que el Whats App ha sido enviado, vuelve a guardarse el móvil en el bolsillo y se recuesta sobre el sillón, molesta. En el fondo, sabe perfectamente que no va a leer el mensaje, su última conexión pone que fue a las siete... Pero lo último que va a perder son las esperanzas.
Timbran. Maya se incorpora de golpe. ¿¡Diego!? ¡Por fin! Dispuesta a echarle una buena bronca, corre a abrirle.
No se molesta en disimular su cara de asombro cuando abre la puerta.
-¿¡Eco!?- exclama- ¿¡Qué haces aquí!?
-¡Maya!- dice el chico de pelo oscuro y ojos verdes, con una bonita sonrisa- ¿Y tú, qué estás haciendo aquí?
-Yo vivo aquí- responde ella, aún impresionada- A parte, el que timbro fuiste tú, ya deberías saberlo.
-Lo sé, lo sé, era una broma. Te cuesta pillarlas, ¿eh?
Y se echa a reír. Maya siente como se paraliza poco a poco, nunca se había fijado en lo bonita que era su sonrisa... Se sonroja.
-Sí, e-esto... -tartamudea, poniéndose el pelo delante de los ojos para disimular su rojez. Mierda, ¿porqué está tan tímida? ¡Si son amigos!- Y bueno...¿Co-cómo va la vaina?
Cómo va la vaina... ¿CÓMO VA LA VAINA?
¿¡Cómo la vaina!? ¡¿En serio?! ¿¡Cómo va la vaina!? ¿Pero qué le pasa? ¿Qué gilipollez es esa?
-La vaina va bien...
supongo - responde el chico, extrañado- ¿Y a ti?
-Bi-bien...
-Sí, esto... ¿Aún no ha llegado Diego, verdad?
-¿Tú lo ves aquí?- contesta, fría.
¡Oh, Dios mío, y ahora se pone borde! Fijo que piensa que es una imbécil. Bff, ¿pero qué diablos le pasa? ¡Si es su amigo! Siempre le ha costado relacionarse con chicos, pero con Diego y Eco nunca ha tenido ningún problema, ¡no puede empezar ahora!
-No sé, a lo mejor lo tienes escondido en el armario.
-¿Si, no? Pues ya va siendo hora de que salga de allí, que tiene mucha pluma.
El chico se echa a reír sin poder evitarlo. Maya suspira aliviada y sonríe. Por fin, ya se está relajando un poco y vuelve a su sentido del humor habitual.
Eco le dedica una marida dulce y amable, con mucho significado. Le encanta verla sonreír y cuando se sonroja... ¡Se pone adorable!
La chica se ha dado cuenta de el gesto de su amigo y vuelve a ponerse roja. Le mira a los ojos, la mira, se miran. Sin decirse nada, se sonríen tímidamente. Sobran las palabras.
-¡Maya! Siento el retra...
Diego se detiene en seco. Observa a Eco, extrañado.
-¿Y tú? ¿Qué haces aquí?
-Esto... -tartamudea el joven- Me aburría en casa y como sabía que ibais a venir a una fiesta pues he decidido...
-¿Acoplarte?
-Acoplarme.
El recién llegado hace una mueca. Los otros dos tragan saliva. ¿Le habrá molestado?
-¡Genial!- exclama, de repente. Sus amigos suspiran aliviados- ¡Cuantos más mejor, sólo falta Laura para que sea perfecto!
-¿Entonces, no te importa?- pregunta Maya.
-¿Porqué iba a importarme?
-¿Porqué me he acoplado en el último minuto, quizás?- indaga el otro chico.
-Eco, por favor. Eres mi amigo, ¿cómo va a molestarme que vayamos juntos a una fiesta?
-También es verdad- sonríe el chico, girándose hacia la niña- Bien, ¿entonces nos vamos?
-Sí- contesta ella, devolviéndole la sonrisa.
Veinte minutos después...
-Es aquí- señala Maya, deteniéndose delante de una bonita casa con jardín de tres pisos-Ahora seguidme, hay que avisar a mi amiga de que llegamos.
La chica se dirige hacia la puerta principal, sin prisa. Sus dos amigos la siguen, cada uno a un lado de ella.
-Si estuviera Laura aquí- comienza a decir Eco- Iría de primera y como va rapidísimo, Diego iría detrás como siempre, pisándole los talones.
Maya y él se echan a reír. Ya no hay rastro del momento íntimo que vivieron antes. Diego los mira con rencor, siempre bromean con eso de que es el perrito faldero del cuatro miembro del grupo. Aunque tanto él como Laura sabe que eso no es verdad, simplemente es que son mejores amigos y van juntos a todos lados, que vaya ella delante no es porque sea su perrito faldero, sino porque ella siempre va medio corriendo.
-Si, si, que gracioso- gruñe él- Vosotros reíros, que ya me reiré yo cuando os caigáis por las escaleras.
-¿Quién dice que haya escaleras?
-Aunque no las haya, os voy a tirar de ellas igualmente.
Esta vez, son los tres los que comparten una carcajada. Maya, aún entre risas, timbra.
Pocos segundos después una simpática chica pelirroja, de un ojo de cada color y con pecas al redor de la nariz y por las mejillas, les abre la puerta.
-¡MAYA! - exclama, abrazando a la chica- ¡Cuánto tiempo!
-¡Yuzu! - dice ella, respondiendo al abrazo- ¡Y qué lo digas, te echaba de menos! - le regala una preciosa sonrisa y añade- Muchas gracias por habernos invitado a mi y a mis amigos.
-Gracias a ti por haber traído chicos guapos, si vieras los que hay ahí dentro..- contesta la otra, divertida, haciendo sonrojar a Diego y a Eco- Por cierto, ¿y Laura? ¿No viene con vosotros?
-Nope, ya sabes que las fiestas no son lo suyo.
-Pues qué pena, tenía ganas de verla.
-Ya- suspira- Bueno, para la siguiente si tal.
-Oki doki.
Eco se acerca a Diego y disimuladamente, le susurra al oído:
-¿De qué conoce a Laura y a Maya?
-Iban juntas en Primaria- dice el otro, también entre susurros- Eran muy amigas, pero cuando ellas tenían nueve años, Yuzu de tres años más, pasó al instituto y se tuvieron que separar. ¿Nunca te hablaron de ella?
-No, la verdad.
-¿Luego se lo soltamos a Yuzu para que haya bulla?
-Va, va.
-Que capullos somos.
-Lo sé, pero soy feliz siéndolo.
-¡VOSOTROS DOS!- exclama Yuzu, de repente, mirándolos fijamente.
Los chicos se paralizan. ¿Les habrá escuchado? Por como les está mirando parece que si... Tiemblan. Con lo modosita y tranquila que parecía esta chica, y da más miedo de lo que parece.
La joven pelirroja se acerca a ellos a paso lento, sin apartar la vista, una vez en frente, suelta:
-¿Cuántos años tenéis?
-Quince- responde Diego, extrañados.
-Dieciseis para diecisiete- le sigue Eco.
-Hombre, no va a ser dieciseis para quince- le vacila la chica, muy seria- ¿Solteros o con novia?
Si antes no entendían nada, ahora menos. Se miran. ¿No se supone que iba a amenazarlos o algo parecido?
-Solteros- responden al unísono.
-Perfecto- sonríe ella- Vosotros, para el salón.
-¿Pero qué...?- murmura Maya.
-Tengo toda la fiesta organizada- explica ella, al ver sus caras de asombro- No sabéis lo difícil que es encontrar chicos solteros aquí y de mi edad... Por eso he dividido toda la casa en grupos.
-¿Cómo en grupos?- pregunta Diego, aún en shock.
Yuzu ríe, arrugando la nariz de una forma muy simpática.
-En la cocina están los emparejados, allí dejo estar a gente de cualquier edad. En la habitación de mis padres los solteros de doce a catorce años, no hay gente menor por aquí. En el jardín los que ya han encontrado ligue para toda la noche o los que quieren pasar un momento romántico con la novia/o. Luego está la habitación de mis hermanos, donde se encuentran los solteros de quince para arriba y...
-¿Pero entonces no deberíamos ir allí?- interrumpe Eco.
-Déjame acabar- le fulmina con la mirada la pelirroja- En el salón están los solteros guapos con los que yo pueda liarme- los dos chicos abren los ojos como plato, Maya se aguanta la risa- Así que ya sabéis, a lo mejor vuelvo más tarde para daros guerra- continúa la chica, guiñándoles un ojo.
-Sí, esto...
-Yo...
-No es que no quiera, pero..
-La verdad es que...
-Soy virgen...
Yuzu estalla en una sonora carcajada. Se gira hacía su amiga, que la mira divertida.
-¡Qué simpáticos son tus amigos!- exclama. Distingue a una pandilla de amigos a lo lejos, fuera de la casa y camina hacia ellos- Bueno, yo me voy, id yendo al salón- se detiene un segundo, mira a los chicos y les dedica un último guiño- Y vosotros dos esperadme despiertos, ¿eh?
-Sí...- responden al unísono, no muy convencidos.
-Mira que sois- ríe Maya- Bueno, vamos?
-De acuerdo.
Cuarenta minutos después, en la pista de baile
Eco camina de un lado a otro, buscando a Maya y a Diego entre el gentío. Hace veinte minutos que los perdió de vista, ¿dónde estarán? Suspira. Ya ha recorrido toda la casa y no los encuentra por ninguna parte. Se muerde el labio. Este no era el plan que tenía para esa noche. Si había decidido ir al final fue porque pensaba que, quizás, Maya y él...
-¡Ay!
De golpe, sale de su trance. ¿Qué ha pasado? Se encuentra cara a cara con una preciosa chica morena de ojos azules. Bueno, cara a cara no... Pues está en el suelo. Debió tropezar con ella sin querer.
-¡Vaya, perdona!- se disculpa, agachándose a su lado- ¡Lo siento muchísimo! ¿Estás bien?- ella asiente con la cabeza, aunque no parece muy convencida- Espera, que te ayudo a levantarte.
-No... No hace falta, tranquilo, puedo sola.
-Insisto- dice él, dándole la mano. Ella la acepta- Lo siento de nuevo, si es que soy muy torpe.
-No te preocupes, fue culpa mía, si es que estaba en babia- le tranquiliza la joven, regalándole una dulce sonrisa- Esto... ¿Cómo te llamas?
-Diego, pero puedes llamarme Eco. ¿Y tú?
-Elena...
Continuará...