Cexo. escribió:
Como mola el "flautista de Akumalin", pero no podriais haber acabado con su triste existencia estando ya mal herido?
No xD la cosa sería que desapareció nada más recibir el golpe fuerte de Yuzu, para poder curarse y eso, si se quedase se arriesgaría a morir. Y ese vendría a ser el plan que utilizan los akumas para sobrevivir, y va a pasar mucho de aquí en adelante 8D
Cexo. escribió:
Bueno ahora sois un trio de amigos *ejem ejem* Xion... Roxas... Axel... herencia
Ya verás que va a haber otro, y no digo más porque es spoiler xD
Sin más dilación, empiezo el capítulo.
Enemigo subterráneo
Volví a despertar.
Estaba algo nervioso puesto que era mi primera misión, aunque me acompañaría esa psicópata. En realidad me tocaría mi tercer día de entrenamiento, pero supondría una pelea con Yuzu, y como combatí con ese sopla...flautas me lo podía saltar.
Llegué a la sala circular, había bastante gente. Localicé a Yuzu tumbada en el sofá boca arriba. Qué confianzas.
- Hola. - Dije secamente.
- Te estaba esperando. - Yuzu se levantó del sofá.
- Qué miedo.
- Bueno, X me contó la misión, así que vámonos ya, que nos estamos retrasando.
Yuzu me agarró del brazo y crucé el portal.
Cuando abrí los ojos estaba mareado, en el suelo.
- Bueno, el problema creo que es aquí...
- ¿Cómo haces para no marearte nada más pasar el portal?
- Una se acostumbra... Levántate ya.
Obedecí. Estaba en la calle de un pueblo algo rural. No era el pueblo en el que había estado antes para nada. Me dí cuenta que un muro de piedra de la pared estaba destrozado y había una entrada algo extraña, y Yuzu se dirigía hacia ella. La seguí.
Allí se encontraba una entrada algo oscura que llevaría a algo similar a una cueva. De repente, algo raro salió de allí.
- ¡Cuidado! - Yuzu sacó sus dos tonfas con pinchos y se cargó a tres akumas algo extraños que salieron de allí. - Efectivamente, es como lo dijo.
- ¿A que no te atreves a contármelo?
- Esta es una cueva perteneciente al pueblo, esta aquí desde hace muchísimo. Se caracteriza por ser muy grande, pero no tiene nada especial. Últimamente no paran de salir akumas de la cueva, y no son de los débiles precisamente. La misión es saber cuál es el origen de todo esto.
- Suena bien, vamos. - Me dirigí hacia la entrada de la cueva.
- Con cuidado... - Yuzu entró conmigo.
Estaba totalmente oscura, iba por la pared para guiarme. De vez en cuando miraba hacia atrás para ver si Yuzu había sido tragada por alguna araña.
- Vale, tenemos que iluminar. - Dijo Yuzu.
- ¿Transformando el arma? - Pregunté.
- ¡Sí! ¿Por qué no transformas la hoja de tu abanico en luciérnaga?
- ¿Entonces qué hacemos?
- Tengo una linterna. - Yuzu encendió algo y me apuntó directamente a la cara. Me quede ciego durante unos segundos.
- ¿Y por qué coño no la has sacado antes?
- No sé cuando durarán las pilas. Vamos.
Por fin pude despegarme de la pared. Según la luz solo había un camino, y ese era hacia delante.
- ¡Un akuma! - Exclamó Yuzu mientras estaba frente a uno.
Este era grande, medía la mitad que yo más o menos. Era algo similar a los de toda la vida, pero sus cuernos eran más grandes.
- Con la linterna no puedo. Guárdame la espalda a partir de ahora. - Yuzu retrocedió para que me pudiese encargar del akuma.
Le lancé desde lejos un abanico al akuma y le di de forma que tuvo que fugarse por un portal. Después seguimos caminando, ahora estaba más cerca de Yuzu para encargarme de los akumas.
De vez en cuando nos topábamos con un grupo de akumas, con los que nunca tenía especial dificultad. Seguimos caminando bastante tiempo. Casi siempre era lo mismo.
Después de algo que parecieron horas, la luz se encontró con una pared.
- ¡Pared! ¿Ya hemos acabado? - Me alegré.
- Mira... un portal...
- ¿Eh?
En una parte de la pared había un gran portal rojo, creado por akumas. Justo en ese momento salió uno pequeño, mi reacción fue que inmediatamente fuese cortado por un abanico.
- Entonces de aquí vienen... Crucemos el portal. - Sugerí.
- No. Probablemente tenga métodos de autodefensa, no siempre, pero... si los tiene, seremos gravemente heridos, o hasta matados.
- Pero tendremos que pasar de alguna forma...
- Creo que había formas, pero ahora mismo no me acuerdo...
De repente, noté un sonido extraño y, acto seguido, un ataque. Empujé a Yuzu para que evadiese una gran espada algo extraña que se clavó contra la pared, y que en otra situación hubiese sido en la cara de Yuzu.
Era algo larga y en su hoja había grabado una especie de dibujo de un sol. Tampoco perdí tiempo en detalles, me giré a ver quien era. La espada desapareció y apareció en la mano izquierda de un chico que también tenía otra espada en la mano derecha. No pude ver muy bien. Al ser apuntado con la linterna pude apreciar que vestía ropas similares a las mías. Al ver nuestra vestimenta, bajo la guardia.
- Sois de los míos. - Dijo secamente y se acercó al portal y empezó a inspeccionarlo.
Ya se podía ver bien su apariencia. Era muy alto y tenía un pelo negro y largo. Tenía una cicatriz en forma de corte en forma diagonal entre sus dos ojos. Tenía una expresión muy seria.
- ¿Tú también tienes esta misión? - Pregunté extrañado.
- Como se desconoce cuál es el origen de esta invasión, puede ser algo complicado o no, por eso me mandaron como refuezo por si acaso. - Estaba haciendo algo raro con la mano sobre el portal mientras hablaba.
- Y respecto al portal... - Empecé a decir.
El chico cruzó el portal de los akuma, sin dejarme terminar de hablar.
- La amabilidad se puede respirar en el aire. - Dije sarcásticamente.
- Gracias por salvarme. - Dijo Yuzu mientras se levantaba. - Y supongo que habrá hecho algo con el portal, así que supongo que podremos pasar. Pero espera, es bueno que alguien vaya algo delante que el otro, por si pasa algo.
- ¿Y ese quién es, por cierto?
- Es un Rango A, creo. Se llamaba... ¿Sexo?
- ¡¿Sexo?! ¡Ese nombre debería estar prohibido!
- Creo que no es exactamente ese... o al menos espero que no lo sea... Supongo que ya podremos cruzarlo. - Yuzu entró al portal.
Fui detrás y me metí dentro. Esta vez estaba consciente cruzándolo, no me puedo creer que sea mejor cruzar el portal de unos Akumas que uno de Yuzu.
Parece que llegué, me entró un escozor fuerte en los ojos, pero en seguida pasó. Cuando abrí los ojos estaba en un lugar muy extraño.
Era una espacio cerrado, pero muy extenso. Su suelo era de arena, pero parece que debajo de esta había algo más. Había en algunos sitios pequeñas montañas de tierra. Estaba bien iluminado, pero no sabía de dónde provenía la luz. El chico de antes estaba detenido en el centro de la habitación, inspeccionándola.
- ¡Eh, Sexo! - Saludé.
- Es Cexo, pero da igual...
- Oh, lo siento, aunque la culpa es de Yuzu.
- ¿No debería ser una habitación plagada de Akumas? - Dijo ella.
- Qué curioso... - Me dirigí a una de las paredes de la habitación.
En muy pocos segundos, pasaron muchas cosas:
Se oyó un extraño ruido cercano, y me giré. Cexo había clavado una de sus espadas de forma que atravesó a un pequeño akuma, que desapareció en un portal rojo.
Me fijé en que la otra espada de Cexo tenía algo distinto a la otra. En vez de tener el dibujo de un sol grabado, tenía el de una luna.
- Salen de la arena. - Observó este por lo bajo.
- ¡Oh, me encantan los intrusos! - Una voz burlona invadió toda la sala.
- ¡Sal! - Exclamó Yuzu.
- Muy bien, pequeña, no te preocupes... estoy detrás.
Me giré, detrás de Yuzu había un hombre con una larga túnica roja, y cuya cara estaba siendo golpeada por una de las tonfas de Yuzu. Inmediatamente invoqué ambos abanicos y transformé su hoja en una de diamante.
El hombre era escuálido, tenía una expresión sonriente y burlona. Tenía unos grandes ojos rojos y era pelirrojo. Tenía el pelo corto.
- Uy, qué bruscos. - El hombre cogió con una mano la tonfa de Yuzu y esta se convirtió en arena que cayó al suelo. Nada más pasar esto, Yuzu volvió a invocar la tonfa que había perdido.
- ¿Quién eres? - Pregunté.
- ¿Tú eres el intruso y me preguntas quién soy?
- Sí. - Le lancé un abanico que le acertó en parte del cuello, y lo volví a invocar a mi mano derecha.
- Eso no es nada, pequeño. - El Akuma sacó un pequeño cuchillo, y no sé que hizo, pero de repente se convirtió en una gran espada, muy gruesa y larga, que sujetaba con las dos manos.
Yuzu combinó ambas tonfas para poder concentrarse y crear solo una, el doble de grande y potente. También le sacó gruesos pinchos de hierro. Sujetó esa gran tonfa con ambas manos, como si de una porra se tratase.
Yo aumenté de tamaño mis abanicos y afilé sus hojas lo más posible
- No me hagáis reír... ¡Oh, ya me estoy riendo! ¡Ja, ja, ja, ja!
- No quería ensuciarme las manos, pero quiero terminar esto rápido. - Cexo apareció de la nada.
Sus dos espadas empezaron a desprender un tipo de energía. La espada con el sol desprendía una especie de humo amarillento y la de la luna desprendía uno azul muy oscuro. Estas dos empezaron a brillar y las juntó en una sola muy grande que sujetó con ambas manos. Sus proporciones eran semejantes a las de la espada de aquel Akuma. Y esa especie de energía pasó de las espadas a que la desprenda el propio Cexo, se envolvió en un aura roja, al igual que sus ojos. Produjo un grito desgarrador y saltó para atizar un golpetazo con la espada en aquel Akuma. Este le bloqueó con su espada. Y así empezó una gran pelea de golpes y colisiones. No sabía si meterme en la pelea o simplemente mirarla.
- Hmm... eres bueno. - Dijo el Akuma sin perder su sonrisa.
- ¡Tú no! - Cexo atizó un gran golpe en la cabeza del individuo.
Yuzu saltó en el momento de aturdimiento del Akuma y aprovechó para darle un golpe en el cuerpo de este, y lo lanzó a unos metros. Cexo empezó a atizarle un golpe tras otro, sin descontrol. Aproveché para lanzarle los abanicos y producirle cortes. Pero no me metí mucho más, porque sabía que ese tío era para Cexo.
Este no paraba de golpearle una y otra vez. El Akuma estaba medio incosciente, pero vi que empezaba a rodearse un aura roja, eso significa que se iba a ir en un portal para evitar la muerte.
Cexo produjo otro grito desgarrador y la espada aumentó un poco de tamaño, y golpeó su cuerpo con toda la fuerza que pudo.
Vi como el aura roja desaparecía, se quedó sin poder suficiente como para escapar.
Un golpe... otro... y otro... el cuerpo empezaba a expulsar sangre, de modo que aparté la mirada.
Estaba dispuesto a hacer desaparecer mis abanicos. Pero Yuzu se anticipó a mis movimientos.
- Nunca bajes la guardia. - Dijo. - Mientras ese siga vivo su caza no se retirará, por el momento estate atento.
Pese a las palabras de Yuzu, no hubo ningún tipo de ataque. Pasaron varios minutos, y entonces Cexo dejó de golpear. Entonces, de la arena salieron cientos de pequeños Akumas, y todos corrieron hacia el hombre que había sido derrotado. Los Akumas cubrieron su cuerpo totalmente, y desaparecieron sin más, con él. Solo dejaron un gran charco de sangre en el suelo.
Los ojos de Cexo volvieron a la normalidad, y su espada desapareció. Se sentó en el suelo, suspirando con gran esfuerzo.
El portal de los Akumas, en una pared de la habitación, por el cual hemos llegado, desapareció.
- Aquí ya no hay más peligro, puesto que lo ha... matado. Misión cumplida. - Yuzu levantó a Cexo - Volvamos. - Me tendió la mano para que la cogiese.
Me dispuse a ello, mientras pensaba en la sala circular, y de repente noté como si estuviera allí, de algún modo. Creo que sabía lo que ocurría, así que cerré mi puño con fuerza y noté que era tragado por algo, y desaparecí.